sábado, 3 de noviembre de 2018

De Gil no tiene nada el realizador...



A mí personalmente me ha gustado Hill House porque a través de los capítulos fui encontrando el placer por una idea muy vieja que siempre he tenido. Referida claro a los fantasmas. Desde que tengo memoria he relacionado a los fantasmas con la pena, con la tragedia que supone ser un fantasma. No recuerdo haberlo leído o escuchado exactamente, si es que viene de alguna película en especial (siempre me gustó el género). Me acuerdo ahora mientras escribo de El Abominable Dr. Phibes, una película que ví hace muchísimos años siendo pequeño aún, que me causó una mezcla inefable de miedo y placer por sentir ese miedo mismo. Pero no se si viene directamente al caso, lo que me parece es que más allá del trasfondo de malignidad de la historia, lo que vive la familia de Hill House tiene que ver con esa pena y esa tragedia que a mí más me gustaba y me gusta de las historias de fantasmas. Tengo entendido que la historia está basada en una novela:


Cuyo resumen cito: considerada una de las principales novelas de horror del siglo XX, narra el inquietante experimento de John Montague, doctor en Filosofía y antropólogo, que lleva años entregado al estudio de "las perturbaciones psíquicas" que suelen manifestarse en las "casas encantadas". Infructuosamente ha buscado una casa idónea, cuando un día oye hablar de Hill House, una mansión solitaria y de siniestra reputación. Montague decide alquilarla y busca ayudantes dispuestos a pasar una temporada en ella: Eleanor, una mujer desdichada que, tras once años cuidando a su arisca madre inválida, se ha vuelto una persona solitaria; Theodora, joven alegre y curiosa, seleccionada por su increíble capacidad telepática; y Luke, vividor y mentiroso, incluido en el grupo por exigencia de la propietaria, su tía. El objetivo: tomar notas de cualquier fenómeno paranormal que se presente para documentar el libro sobre casas encantadas que prepara el doctor. Las alucinantes experiencias que vivirán en la casa será mejor que el lector las descubra por sí mismo.

Nótese los nombres de los personajes de la novela, que en la serie han sido caracaterizados como miembros de una familia. Un acierto, sin dudas. Todos los personajes son muy interesantes de forma particular y dentro de la relación familiar, su historia se teje capítulo a capítulo a través de un montaje y una edición muy fina, con un ritmo que mantiene la atención y la tensión de lo que a cada uno le sucede por separado y como dije, en relación con el resto de su familia. Es agradable ver el cierto parecido entre los actores niños y sus personajes ya adultos, eso la da mucha uniformidad a la historia. Hay capítulos filmados de manera magistral (como cuando toda la familia reunida conversa seriamente en la sala velatoria y la cámara se mueve por entre los actores en diálogos bastante largos y que según mi parecer se ha hecho de una sola toma). Hay algún que otro susto. Hay, como pude encontrar casi sin querer navegando, algunos fantasmas "escondidos":

En fin, es una serie que se disfruta, realmente. Hasta el final. Y ahí ya se los dejo a ustedes.

Why so Serious?

Because. Uno creería que el círculo de amigos es un ambiente donde se pueden desarrollar libremente ciertos temas para discutir o conversar; pero no es enteramente mi caso. Hay algunas cuestiones que ciertamente me gustaría casi analizar entre todos cada vez que nos juntamos, a modo de debate, de saber qué piensa o cómo piensan. Pero siento que tal vez la mirada que tengo es demasiado exhaustiva, enfrascado en profundizar comportamientos o situaciones que al resto le importan un pito. No compartimos una cotidianeidad inmediata y mucho menos diaria, apenas semanalmente nos juntamos a jugar un poco al fútbol y muy esporádicamente a comer un asado. La relación más directa que se da es a través de la mensajería instantánea, por whatsapp. Desde donde surgen para mí, nuevas inquietudes con respecto al comportamiento social de cada uno, en algunos casos por ejemplo, el celular les brinda cierta impunidad. Y cuando hablo de impunidad me refiero a que hay relaciones que se dan con el otro a través de la agresión sistemática y diaria, una agresión que dista sobradamente de la violencia física. Confieso que a veces es agotador (y he escuchado a otros sentir lo mismo), pero siendo que es una situación que se da sólo a través de la mensajería instantánea, simplemente con silenciar el grupo o no agarrar el celular alcanza. Pero no dejo de preguntarme: ¿por qué ese tipo de relación de continua agresión? ¿de continua descalificación? A veces he caído yo mismo en el ¿juego?, pero consciente de esto he ido abandonando la dinámica lentamente, preso un poco de las reglas tácitas que se respetan inconscientemente.

La forma de agredirse es la forma que cualquiera que haya estado en un grupo de amigos conoce. Acusaciones cruzadas que resultan ser las mismas para todos y contra todos. Una estupidez total, pero así se dieron las cosas. Y no se si no existe otra forma de que no sean así las cosas; es decir, la forma de agredirse es la forma de relacionarse en sí misma. Y nadie de los agredidos (que eventualmente somos todos) siente que es con una mala intención, porque el "diálogo" siempre se da en un tono de sorna que ha sido socialmente acordado sin ningún tipo de acuerdo sintáctico o verbal. Todo el mundo "sabe" desde qué lugar se dicen las cosas y dónde está el límite. Pero aún así, ¿de dónde sale esa necesidad incluso de relacionarse así? La amistad es un misterio muy profundo. Y si yo quisiera profundizar aún más, caería en un lugar común, donde sería blanco de muchas agresiones y descalificaciones por ello, y que entendería perfectamente, claro está.

Mi esposa dice que me estoy volviendo viejo, cosa que es cierta, refiriéndose con ello a que me estoy poniendo cada vez más rezongón. Es bueno que me lo diga, me hace pensar y verme un poco fuera de mi propia prespectiva. Porque me quejo sí de algunas de esas situaciones que pretendo profundizar con mis amigos, las cuales creo que hablarlas entre nosotros nos llevaría a conocermos mejor y mejorar afectivamente nuestra relación, con todo lo bueno de ello. Coincido aún más en lo de viejo cuando me encuentro reaccionando distinto ante situaciones en particular donde otros tal vez se exasperan o incomodan; hay momentos en que me someto más a la reflexividad antes que a lo sanguíneo; y si eso es ir volviendose viejo, voy en el camino más que correcto, creo. ¿O por qué me hago estas preguntas yo sólo? Ojo, en el fondo se que cuando surja esta charla voy a escuchar cosas muy interesantes de todos y cada uno. Pero la seriedad es una sensación a la que muchos escapan, porque es mucho más fácil y placentero la jovialidad. Ser serio o hablar seriamente sobre ciertas cuestiones está mal visto en una reunión donde todo el mundo asume que es para relajarse, la seriedad tiene mala fama, y el hecho de no practicarla contribuye a evitarla por todos los medios. Porque hablar o ponerse serio está asociado a la negatividad, todo lo "serio"; es lo rutinario, lo que ensombrece, lo que justamente dejamos de lado para juntarnos a comer un asado. Entonces cuando uno se pone serio corre el riesgo de pasarse a ese otro lado, ese lado oscuro. La seriedad está quizás en el medio, ni de un lado ni del otro, o en ambos lados; sólo que la falta de práctica no nos permite comprender lo enriquecedora que es. Yo me pongo serio cuando escribo. 


Y ojalá que con mis amigos encontremos la seriedad que dice Nietzsche.

miércoles, 26 de septiembre de 2018

Crónicas de Internación

Día 1


Habla sola. No alcanza a conciliar verdaderamente el sueño profundo, y jamás lo hará. ¿En qué limbo resonará esta conjunción intentendible de frases y palabras? De un día para el otro prácticamente, el alzheimer que tempranamente le habían diagnosticado hace poco más de un año, y del que apenas había mostrado indicios, de pronto nos golpea como un puñetazo. Nos dice que es lo que ellos llaman "delirio de internación". Pero algo dentro no me cierra.

No alcanza a dormir, decía, y nunca lo hará, siento pesadamente; leo (o descubro) que los enfermos de alzheimer sufren el trastorno de sueño fraccionario, duermen de a ratos; y al parecer pululan en un estado de semiconsciencia cuando se hace la noche, que es cuando su condición se agrava. Cada alguna palabra me remite a alguna escena familiar y trato de imaginarme esa escena, más para no sentirme tan lejos que por otra cosa, pienso mientras lo escribo. Dice nombres. Se enoja. Hace preguntas. Da agunas órdenes. Me ha contado que hace un tiempo atrás había visto a mi Padre, fallecido algunos años atrás. No pude precisar la conversación para que entrara en detalles, sólo me dijo que no le hablaba, pero que le hacía gestos con el rostro, y que ella lo instaba a retirarse. La aparición había sido en su propia habitación, pudo comentar entre los ahogos constantes que le produce su condición: fibrosis pulmonar en etapa terminal. Está débil, le duele todo. Está cansada. No se si es consciente de que su tiempo en esta vida se agota día a día tanto como se le agota el aire para ordenar y desordenar sus pensamientos, con los ojos pesados, vidriosos. Le cuesta mucho hablar, además.

Cada tanto recupera el foco y su centro, ensaya algún chiste y se le alcanza a dibujar la mueca de una sonrisa en su añejado rostro. Las atesoro nadie sabe cuánto. Vuelve a dormirse después de sentarse en la cama y preguntarle a sus fantasmas que ¿qué se puede hacer? Le contesto yo: intenta descansar, Mamá. Le acaricio su cabello desde la frente mientras le acomodo su cánula de oxígeno. Creo que mira y que me ve, está oscuro, son las 4 de la mañana y afuera llueve.

Se despierta rato después y me dice que le falta el aire. Respira agitada, agotada de la vida y de la muerte ya, mientras sigue hablando...


Día 2


Otra vez de noche. Cuando parece dormirse, cuando percibe apenas una fracción de la profundidad del sueño, cuando su mente siente esa caída, un veneno instintivo la despierta intempestivamente; trayéndola de vuelta a un nuevo mundo cada vez, la consciencia produce un destello ínfimo que se refleja en su mirada perdida, resignada, y la indignación furiosa entre dientes: ¿¡qué me pasa?! En ese instante fugaz de lucidez y tristeza me confiesa: nos vamos a volver locos, hijo. Al rato, otra vez, pero ahora se lo ordena a sí misma: no te vuelvas loca, eso no.

Yo me he propuesto no angustiarme más allá de mis propios límites, no quiero que la tristeza sea dañina para mi salud física y espiritual. Pienso en mi esposa y en mi pequeño hijo que sufren no sólo por su suegra y su abuela respectivamente, sino también por cómo reverbera ello en mi estado de ánimo, y quiero evitar ese espiral de angustia y sufrimiento encubierto. Para ello recurro a la memoria emotiva que tengo del largo tiempo que he pasado con mi madre, la remembranza de la cotidianeidad, a los momentos guardados a fuego, esas fotografías vivientes que uno guarda como si los estuviera presenciando de manera astral. Me permite conectarme con su cuerpo enfermo, con su alma rota, pulsionar los rastros de su identidad. Le hago caricias en sus piernas, en sus brazos, en su frente. Tarareo algunas canciones, canto despacito respondiendo o repitiendo la cosas que balbucea. La ternura me salva de la trampa de la tristeza. Y siento que, a pesar de que no lo parece para nada y en ningún momento, responde a las caricias. Tal vez un ritmo más pausado en su respiración, en el tono que habla dormida. Como si los gestos de cariño lucharan contra el veneno de la vigilia en su mente, pero también contra el veneno de la angustia y de la tristeza.


Día 3

Cuando existe esa leve mejoría, la cual no podemos emparentar de ningún modo con ningún tipo de esperanza tomamos real dimensión de los momentos aquellos que hemos sido testigos del sufrimiento ajeno y, de la consecuente angustia personal que conlleva y provoca la impotencia. Existe una suerte de alivio al cual resulta muy tentador entregarse por completo, como una suerte de restauración de la voluntad de permanecer lo más entero posible. El efecto reparador es casi inevitable: respiramos diferente, latimos diferente, palpamos con el alma la angustia aquella para poder sobrellevar la que sabemos próxima. Le damos volumen y sentido al dolor y a toda su metralla expansiva de sentimientos. El cuerpo entonces adquiere memoria, la templanza de un espíritu que va forjándose cada vez más, conscienzudamente.  

lunes, 3 de septiembre de 2018

Sobre la Objetividad, la Lectura y la fuga de Nazis a la Argentina

Luego de ver Apocalipsis: La Segunda Guerra Mundial, el documental que muchos de ustedes seguramente conocerán, compuesto de una serie de varios capítulos que tienen la atractiva particularidad de estar coloreados digitalmente resurgió una vieja inquietud que consciente e inconscientemente había estado latente durante años: la relación del Peronismo con los criminales nazis en la posguerra. Un asunto que muchos argentinos hemos escuchado de una u otra manera en alguna conversación, en algún comentario en los medios, leído al pasar en alguna publicación; en fin, es sin dudas un hecho que cruza el imaginario colectivo desde siempre y que sirve oportunamente como elemento descalificatorio en la discusión antinómica política. La inquietud surgía y surge desde la condena casi obligatoria que todos humanamente hacemos pesar sobre el nazismo, y del por qué un movimiento que políticamente tuvo tanto que ver desde lo social como el Peronismo estaba enquistado con la horrorosa figura del nazismo.

En la intensa y constante búsqueda por, de alguna forma, erradicar el pensamiento binario, y abocado cada vez más también a la lectura, creo que es cuando menos osado juzgar a la ligera y de manera radical ciertos hechos de la historia con los ojos del presente. En el sentido de que las épocas cambian, la sociedad cambia, el pensamiento colectivo y las mareas de consciencia que rigen de forma estacionaria el modo en que la gente siente y se manifiesta sobre diferentes cuestiones que le atañen desde lo social, lo moral, lo cultural y lo político son fluctuantes históricamente. Y comprender con un alto grado de erudición cuales eran las corrientes de pensamiento que movilizaban a la sociedad y a los dirigentes que ocupaban los cargos desde donde fue posible generar cambios profundos en la gobernabilidad y la historia es una tarea hoy en el presente dificultosa e interminable. Las diferentes perspectivas que hemos desarrollado a través de todo el fin del siglo XX y principios del siglo XXI nos deberían obligar a procurar la mayor objetividad posible. En la búsqueda de esa objetividad es donde subyace la mayor dificultad. Por que de una u otra manera las situaciones nos trascienden, producen un efecto que emocionalmente se ve reflejado en nuestra manera de pensar; somos humanos en definitiva, no podemos escapar de lo que somos.

En ese plan es que, investigando, di con el libro de Uki Goñi, La Auténtica Odessa / Fuga Nazi a Argentina. A través de la comparación de algunas reseñas, más algunas entrevistas al escritor, me pareció que respondería a mi vieja inquietud de la manera en que yo lo necesitaba. Y así fue.


A medida que avanzaba en los capítulos, que llevan como título cada uno los nombres de los diferentes actores con sus respectivas relevancias dentro del entramado nacional e internacional de la fuga, pensaba que si hubiera novelado toda la información, el libro sería aún más atrapante. Pero no, Goñi ha realizado una investigación que le llevó años y lo llevó por diferentes países, a saber: Bélgica, Alemania, Francia, Argentina, Chile, Dinamarca, EEUU, Gran Bretaña, Italia y Suiza. Y toda la información que recavó a partir de documentos oficiales (los que le dejaron ver, porque cuenta que todavía hay quienes no permiten el acceso a archivos de esa época) y entrevistas personales está plasmado sin ningún tipo de sesgo político a lo largo de todo el libro. Se relatan los hechos con rigidez periodística, de manera tal que ante esos hechos sea uno mismo quien deba ahondar incluso en otras fuentes con contextos políticos, económicos y sociales más abarcativos para lograr tener una idea acaso de lo que pasaba en esos años, las motivaciones que llevaron al gobierno argentino de aquella época a permitirle a criminales nazis juzgados y condenados en ausencia no sólo a entrar al país de forma clandestina sino que hayan hecho esfuerzos para traer exclusivamente a algunos.

La figura del General Perón aparece contextuada incluso desde sus propias palabras en discursos, entrevistas y cartas; no es un libro antiperonista en lo más mínimo. Plantea sí algunas cuestiones para intentar comprender las ideas de aquel tiempo donde el fascismo y el anticomunismo parecían ser los modelos de conducta que habían logrado la mayor escisión sobre la sociedad. Otra vez, el antagonismo como forma de construcción política. De hecho, hay varias líneas donde se hace referencia a aquella famosa tercera posición que planteaba el peronismo, pero que coqueteaba también con la idea de la pronta llegada del IV Reich, por lo que Argentina sería como un país repositorio de capital ideológico y jerárquico en una eventual tercer guerra mundial, una Argentina enfrentada con todos sus contrastes contra el comunismo y el imperialismo yanqui. Es decir, el libro invita a la reflexión, a una indagación todavía más profunda, a no ceñirse sobre mitos o posturas blanquinegras.

El libro tiene un poco más de 500 páginas, pero cerca de 100 son dedicadas a una lista completa con los criminales y colaboracionistas que ingresaron al país y cuyo ingreso fue documentado (de manera falsa, pero documentado al fin); y todas las notas referentes a cada capítulo. Para quien desee conocer más sobre esta parte de la historia sin contaminar su lectura percibiendo algún tipo de personalismo ideológico, este es su libro.


lunes, 20 de agosto de 2018

Un Día Cualquiera, un Diario en Particular

Acabo de leer algunas notas en La Nación, hoy es lunes feriado 20 de Agosto de 2018. La total focalización en las causas de corrupción es de una alevosía increíble; con ese nivel de manija están creando una psicosis brutal; aunque también puede leerse a través de algunos comentarios, lo que parece ser una profunda crisis de representatividad en aquellos quienes eligen mantener cierta cordura y dan cuenta que el problema de la corrupción es estructural y excede a la alternancia de las fuerzas políticas que acceden al poder; pero son los menos. La redacción de las notas es muy pobre, sólo se encargan de darle peso, contenido y continuidad a una noticia que más se parece a una trama urdida y con ribetes novelísticos. Se presentan los hechos de tal manera que el eco de las palabras reverbere de manera simplona e ingenua en aquellos lectores los más encendidos y encolerizados que difícilmente pueden llegar a observar la perspectiva de la presentación de la noticia y del armado de la tapa del diario mismo. Aquí se nota una intención impúdica de parte de lo que ¿podemos? llamar el periodismo. Es un ataque en conjunto con una maniobra de invisibilización del presente social y económico que atenta contra la opinión pública, subestimándola. 

Creo que estamos ante una crisis de los medios de información, una más. Y van?. 

El sesgo informativo sólo atisba el antagonismo, que es sólo funcional a los intereses de los gobiernos que lo fomentan. Lo delicado en los tiempos que corren hoy en el país es que el mapa de medios que dominan la percepción de un GRAN número de ciudadanos simpatiza con los intereses del oficialismo, por lo que actúan en tándem; y el periodismo independiente agoniza, hay periodismo de guerra y el más poderoso es aliado del gobierno. No se cuestiona. Se militan las medidas de gobierno. Si se accede a otros medios de información en oposición a los medios dominantes y por lo tanto al gobierno, tendremos posiblemente más de lo mismo, sólo que la focalización se da en sentido contrario. Y me animo a decir con una mayor rigurosidad en la transparencia de la investigación, basándose en documentos, entrevistas y trabajo de campo; en honor al grado de credibilidad que deben crear en contraposición con los grandes medios que corporativizan la llegada de las "noticias".

¿Cómo como ciudadanos nos debemos plantear el derecho a la información? Hoy por hoy ¿qué es la información? ¿Cómo distinguimos la calidad de lo cierto?. Hemos llegado a un punto donde asumimos la verdad desde lo emocional, desde la simpatía que le guardamos al periodista; porque el periodista se ha vuelto una suerte de divinidad incuestionable, además. Nuestra verdad será procesada desde la empatía, algo que en función de lo estrictamente cerebral, es de lo más común. 

Entonces ¿cuál es el punto desde donde podemos construir objetivamente una interpretación de los mismos hechos presentados desde dos ópticas completamente opuestas y con cargada animosidad, con cierto grado de violencia?. Si gozáramos de tal poder de discernimiento, tal vez nos acercaríamos un poquito más al modelo de democracia que nosotros como conjunto de la población nos merecemos desde la creación misma de nuestro país. 


A modo de final, diré que creo profundamente en la lectura, en la personalidad constructiva del escritor, que puede darnos las herramientas estructurales (en cuanto a la investigación y al ejercicio de la reflexión) para poder concebir el mayor grado de imparcialidad en cuanto a los hechos que se producen política, social y económicamente en el país y que se nos presentan como beneficio o detrimento de la población, dependiendo del beneficio o del detrimento de quienes ostenten los medios para contarlos.

jueves, 16 de agosto de 2018

La Criminalidad Romantizada


La criminalidad puesta al servicio de la cinematografía ha sido siempre atractiva, hay un magentismo inexpungable en el submundo del hampa, sobre todo cuando se romantizan hechos delictivos que gozan de gran relevancia en la memoria colectiva: chorros, asesinos, violadores, la pantalla los desacartona y los vuelve digeribles, amigables. Pensaba mientras llevaba unos 10/15 minutos viendo El Angel, cuan buena o mala puede ser una película de acuerdo al grado de expectativa que ha sabido generar.


Mi padre solía comprar las revistas de Casos Policiales, las recuerdo de chico por el impacto que creaban en mí las fotografías de los cadáveres que en su interior abundaban sin ningún tipo de pudor editorial; otras épocas, sin duda. Ese morbo no me abandonó jamás, como una suerte de droga. Devoraba inevitablemente y con apetito voraz las historias de esos horribles crímenes, habré tenido poco más de 10 años y no recuerdo que a mi padre le haya preocupado que viera esas revistas. A mí tampoco, no me pareció más que (lo pienso ahora, claro) asomarme al abismo que representa la condición humana en cuanto a su posible criminalidad.




Y hoy ya pasando los 40, a pesar de que cada tanto nos enteramos de crímenes horrendos —incluso en mi propia ciudad, cosa que antes era impensado— tampoco me sigue sorprendiendo, el ser humano es capaz de todo, realmente. El caso de Carlos Robledo Puch, como aún hoy claro está, era cada tanto presentado en la revista, lo recuerdo casi con cierta familiaridad. En la televisión también recuerdo haber visto programas de tipo documental que reproducían la historia de El Ángel. Historia que está contada a lo largo de toda la internet, por lo que evitaré contarla no sólo por ello, sino porque no la recuerdo detalladamente. La familiaridad con la que se recuerdan este tipo de casos tiene que ver con cosas puntuales: su corta edad, la cantidad de asesinatos, el soplete. En un pasaje de la película, reconstruyen una entrevista televisiva —a un psicólogo pareciera— donde se refiere al aspecto del pibe: rubio, carilindo, lejos del estereotipo estigmatizador del delincuente: negro, fiero, desalineado. Se lo recuerda como hecho histórico trascendental desde lo policial por el impacto que esto había logrado en la sociedad.


De allí el hecho de que cuando vi el actor elegido para representarlo, y para retomar lo que venía diciendo, la expectativa se hizo grande. El "parecido" con la imagen que (quiero creer que) todos nos habíamos hecho era importante, y esa semejanza no hizo otra cosa que entusiasmar. Han pasado casi 50 años de los episodios, no se cuantos de los pibes de 20 y pico que vi en el cine pueden haber estado familiarizados con la historia criminal de Puch, pero me asombró verlos. Se ve que la expectativa era realmente grande. O  no, debo decir que la función era 2x1, así que la sala estaba completamente llena. Encima llegué tarde, encontré lugar en la tercera fila; pero bueno.

La narrativa visual es maravillosa, la ambientación logra transportarte a esa otra época, si bien el director no crea un gran marco político-social de la misma; principios de los 70 con todo lo que ello significa históricamente. Y está bien, supongo, porque se concentra en retratar al personaje exclusivamente. Un retrato que por momentos, con ciertos primerísimos planos, logra reflejar a través de la mirada punzante un atisbo de la profundidad del carácter de un asesino de apenas 20 años. La impasibilidad quizás ante los asesinatos que cometió y su esbozada orientación sexual. Tal vez cuando uno da cuenta en la cantidad de robos y posteriores asesinatos contados es donde el ritmo se obtura, pero no deja de ser interesante cómo han sido filmados. Me pareció una película completa, compacta, con un tratamiento hermoso del color, muy entretenida, se disfruta de principio a fin. Bien por el cine argentino. No diré más, ya escribí lo que tenía ganas de decir, así que vayan a verla.

martes, 14 de agosto de 2018

Descubriendo el Pasado

Hacía unos días que se me venía cruzando la idea de buscar unos viejos portafolios que guarda mi Vieja arriba de un viejo placard. Ella ya no lo recuerda, tiene lo que han llamado un "principio de Alzheimer", que por suerte, nunca acaba de empezar. Y yo que cada tanto me agarran las ganas de digitalizar todos esos álbumes que guardan esos portafolios; pues este fin de semana me rescaté y los fui a buscar. Después del almuerzo me dispuse a revisarlos, estaba en compañía de mi esposa. Y como siempre sucede cuando comienzas a revisar viejas fotos, no haces nada más que ver una tras otra y conversar cálidamente sobre los recuerdos que despiertan. Apenas si digitalicé 3 o 4 que compartí inmediatamente en el grupo familiar de whatsapp y nada más. Estuvimos más de una hora revisando todo el material. Hasta que llegamos a unas viejas carpetas que tenían algunos documentos que yo jamás había revisado. Para mí sorpresa, eran documentos muy viejos que mi Viejo había guardado con mucho cuidado.

El asunto es que recordábamos con mi esposa una tarea que le habían encomendado a nuestro pequeño hijo hace un par de meses que consistía en averiguar acerca del pasado de la familia. Resultó que preguntando, un sobrino mío tenía guardada (y escaneada) la libreta de enrolamiento de mi bisabuelo, cosa que yo desconocía totalmente. Así, pude saber que mi bisabuelo nació en Chile en el año 1872, una fecha que uno está acostumbrado a relacionar solamente con hechos históricos contados en la primaria, fuera de ello, esos años no existen. Que el 10 de enero de 1933, día en que suscribe en su libreta de enrolamiento, portaba un dólar, era viudo, petiso y tenía 10 hij@s. Entre ell@s estaba mi abuela Elisa, la mamá de mi Viejo.

Yo no conocí a mi abuela, pero de tanto que me contó mi Viejo y de algunas fotos que me fueron mostrando en mi infancia, tengo recuerdos vívidos en mi mente, como si realmente la hubiera conocido. No recuerdo su voz, ni su rostro; pero la recuerdo en vida como si la hubiera conocido. Lo mismo me sucede con la zona donde creció mi Viejo, Paso Chacabuco. Lugar que fija como domicilio mi bisabuelo en su libreta de enrolamiento:


Recuerdo un casa blanca cerca del río. Una gran quinta cerca de la casa. Una alameda gigantesca que apenas dejaba pasar la luz del sol. Un arroyito que cruzaba el terreno hasta dar con el río. En la orilla del río, un bote que usaba mi Viejo para cruzar el río. Un cable de acero trenzado colgante que cruzaba también el río. Gallinas. La luz filtrada por los árboles. El sonido del viento agitando los álamos. El silencio de la suave pero peligrosa corriente del río. Es como una gran foto viviente, como un cortometraje. Parte de lo que recuerdo lo he soñado; creo que de allí su fidelidad.

El asunto es que más de eso, nada; yo ni siquiera había nacido. Nací en la ciudad, cuando ya mi padre se había mudado y su madre estaba fallecida. De su padre, lo único que siempre contaba y que yo nunca refutaba o indagaba, era que se había ido de joven abandonando a mi abuela. Cada vez que lo mencionaba —que eran muy pocas— se notaba que no quería referirse mucho al tema. Por lo que mi abuelo fue para mí siempre un fantasma. Hasta hace algunos largos años atrás. Vinieron de visita unas personas que decían ser herman@s de mi padre, por parte del abuelo fantasma, claro está. El viejo todavía seguía vivo y había venido de visita a la ciudad. Vivía en otro localidad de la provincia. Así que organizaron un gran asado y allí fuimos, todos mis herman@s y mis padres. Mi Viejo no había visto a su Viejo desde su niñez, y andaba en ese momento alrededor de los 70. Fue un flash toda la secuencia. El abuelo fantasma apenas si podía hablar, estaba muy viejito; pero pareció reconocer a mi Viejo, que lo abrazó y lloró a su lado. Nos presentaron a todos allí. De pronto teníamos tíos y tías "nuevas". Degustamos un rico asado y tomamos bastante vino, un gusto en el que TODOS coincidíamos profundamente. Luego de ese día, no lo volvimos a ver, pero atesoramos el recuerdo, y las fotos que lo atestiguan.

Pero volviendo, estábamos revisando esas carpetas del portafolio. Y lo que encontramos fue muy pintoresco. Unos documentos que databan de la misma fecha que figuraba en la libreta que hacía unos meses habíamos descubierto sin querer. En ellos se detallaba la adquisición de la tierra que después yo soñaría y recordaría cinematográficamente, 10 hectáreas en Paso Chacabuco. Que un vecino quería desviar un curso de agua, y desde el Ministerio de Tierras en Buenos Aires le aseguraban que no iba a quedar privado de ese elemento. Y que había adquirido unas 20 ovejas a 4 pesos cada una...


También —pero en otro documento que no registré con la cámara de mi celular en este caso— se dejaba registrada y autorizada para su uso una canoa llamada Don Pedro. Había algunos más. Como el que registraba la venta del terreno donde aún vivió mi Viejo y todavía lo hace mi Vieja; y algunos otros más pero no de relativa importancia para lo que cuento aquí.

Fue una tarde maravillosa. Reconstruir de alguna pequeña manera un pasado que a no ser por la tarea encomendada a mi hijo y el afán de digitalizar ciertos recuerdos jamás hubiera conocido seguramente. Nadie habla del pasado, parece una cosa muerta. Que en cierto sentido lo es, pero el pasado nos define en algún aspecto. Aquí hay un prejuicio enorme y horrible para con el pueblo chileno y todo lo que esté relacionado con esa patria cercana; y el saber que mis antepasados eran chilenos te coloca en una posición que obliga a meditar al respecto. No he sido criado en atmósferas xenófobas. Pensaba yo en una de esas noches donde no te puedes dormir y la mente divaga y te inventas diálogos en el orgullo de sentirme de estos lares de la tierra; porque del lado de mi Vieja, que tampoco se mucho, hay un pasado de abuelo gringo y abuela mapuche. Soy el resultado de una amalgama de pasados diversos. Enriquecido desde todos los aspectos (bueno, no es el caso de mi rostro, pero bueno). Es saludable conocer y conocerse. Gracias doy.

Hecha la ley, argentina la trampa...


A través de una recomendación en Twitter de una periodista de judiciales y una abogada que respeto muchísimo es que llegué a Forum Shoping Reloaded. En la librería, ya me había decidido por otro, pero fijate vos, camino a la caja para pagarlo y ya retirarme del lugar....alcanzo a distinguirlo casi ¿sin querer? en la mesa de novedades, medio escondido debajo de otros títulos. Y me acordé de tales recomendaciones, así que no lo dudé, dejé el que había elegido y me llevé este último.


¿Por qué?, Porque por estos días, la agenda mediática dicta que estemos todos pendientes de la situación judicial de la ex-presidenta de nuestro país; por lo que el libro viene como anillo al dedo. Y uno no hace luego más que despotricar mientras va leyendo sobre lo que se muestra en los medios (en complicidad con jueces y fiscales), porque más allá de toda identificación partidaria, la justicia tiene invariablemente su propio sitio de poder en lo que respecta al juego político. (La situación en lo económico se refleja negativamente en la imagen presidencial y no podemos caer en la inocencia de que todos estos hechos judiciales mediatizados con marcado espamento y sobrada repetición sirven para contrarrestar tal situación, al menos en la acabada superficie de la opinión pública).

En su contra-tapa, al final, reza: Forum Shopping deja la sensación de que no debe existir un lugar peor en el mundo que un jugado para ir a reclamar justicia. No es un texto de ciencia ficción, es de terror. Calculá. Y lo acertado de esta reseña!.

El libro describe y desnuda las trampas hechas para las leyes que han sido otrora hechas y deshechas; y viceversa. Sin tanta rigurosidad técnica a la hora de referirse a los casos en particular que documenta a modo de claros y concisos ejemplos, con agradable ironía e intenso ritmo, leerlo es un viaje fascinante al submundo de los procesos judiciales que narra, con el peso de la resignación y la desesperanza a cuestas. Que no es otra cosa esto último que la historia viva de nuestra idiosincrasia, ya sea un juez frente a un caso de suma relevancia o cuando nos hacemos nosotros mismos los boludos en beneficio propio; descubrir todas las estrategias utilizadas para tal empresa, si bien nos apena, no nos puede sorprender nunca; salvo por la audacia con que se logra.

No dejen de leerlo, es tan entretenido como esclarecedor.

Materráticas

De sobremesa, en un asado de un domingo cualquiera escuchando una intensa conversación entre dos mamás, mientras cada una de ellas relataba casi con idéntica sorpresa e indignación cómo frente a sus hijos se encontraban ante una misma problemática escolar. Una de ellas acotaba además, que había recogido a través de reuniones o charlas breves, que la misma situación se presentaba en otras familias. Y es que, al parecer, los padres nos vemos en la necesidad de googlear y ver en YouTube algunos de las tareas que las maestras envían a casa. Esto exige plantear ciertas cuestiones.
 
¿Será que ante la necesidad de completar la planificación a tiempo durante el transcurso del año se carga a los chicos con una cantidad de nuevos conocimientos que les dificulta en mayor o menor medida aprehenderlos de manera concreta?.  ¿Será que la planificación es correcta y es esta generación la que muestra una dificultad antropológica en la construcción de un conocimiento matemático que nuestra propia generación en muchos casos ha olvidado completamente?. En una de las últimas reuniones escolares, donde somos invitados todos los padres pero casi siempre somos muy-muy pocos (un dato no menor), el equipo de enseñanza planteó que los temas se iban a ir dando según lo estipulado y que en clase iban a preguntar al curso completo si todo lo expuesto había sido comprendido; en caso de recibir respuesta positiva, se iba a seguir avanzando hacia el siguiente. Es evidente entonces que, como hace años, en una extraña tradición, nadie (o casi nadie) se anima a ir en contra de la corriente, tal vez por la vergüenza que a su edad implica este pequeño pero tan importante acto. Si todos comprendieran inmediatamente no estaría yo aquí planteándome estas cuestiones.
 
 
¿Se plantearán estas mismas cuestiones los equipos de enseñanza teniendo en cuenta que algunos padres solicitamos reuniones para hacer visible dicha situación?. Porque los niños a la larga y a la corta, se frustran; y esa frustración conlleva a consecutivos problemas de aprendizaje, ya que se arrastran dudas que inevitablemente se potenciarán. ¿En qué medida nosotros los padres tenemos la responsabilidad de complementar lo que nuestros hijos van aprendiendo diariamente de parte de sus maestros?. Huelga decir que debemos seguir su aprendizaje, ayudarlos e incentivarlos; pero ser nosotros quienes terminemos de hacerles comprender lo que comenzaron en clase me parece una problemática no menor. Tácitamente uno delega justamente en la escuela este proceso de aprendizaje, y sentir que las clases no alcanzan y hay que dedicarle un tiempo mucho más extenso que el habitual de acompañamiento genera también una frustración en los adultos. Sobre todo cuando se sabe por testimonios que no es un problema individual.

Y desde allí, nobleza obliga, también debemos poner atención en lo que refiere a la tarea de las maestras. "Explicar procesos, mecanismos y recursos cognitivos que permitean construir conocimiento matemático, adquirir y fortalecer estrategias y procedimientos para la resolución de situaciones o problemas con metas numéricas y en general" frente a un grupo de 30 niños no debe ser una tarea sencilla. En el afán de que nuestros hijos comprendan y vuelvan a clases con la tarea completada y sin poner en conocimiento de esto a las maestras cometemos el error de que ellas mismas den por sentado que el niño efectivamente ha comprendido. Y si a través de la realización de estos trabajos prácticos es que se avanza, la sorpresa será mayor cuando a la hora de realizar una prueba oral o escrita en el establecimiento los resultados difieran notablemente del realizado en el hogar.
 
En consecuencia, no me quedan más que dudas y certezas de lo intrincado del sistema de enseñanza y de aprendizaje. Sobre cual sería el rumbo a tomar respecto de quien o quienes marcan con su capacidad media (tirando a baja) de absorber todo el contenido en un tiempo estipulado para con el resto de los compañeros. Si en pos de completar todo el contenido hay alumnos que se verán rezagados indefectiblemente. Si ante la cantidad de alumnos los seguimientos personales se vuelven casi imposibles, como bien reza el dicho, quienes mucho abarcan, poco aprietan; con lo cual estaríamos ante el abismo indagatorio que genera todo la estructura de los colegios y las escuelas públicas (en mayor medida) con respecto a la capacidad de enseñanza concreta. 
 
Aún así, y ante tamaña problemática, soy verdaderamente consciente sobre el papel fundamental que debemos cumplir como padres, sobre el equilibrio justo que hay que buscar para no deslindar responsabilidades que nos competen desde lo humano y moral hacia la escuela o colegio; que en tal caso son el complemento donde desde lo social el niño o la niña van aprendiendo a sociabilizar y compartir tanto alegrías como inquietudes, frustraciones y todo el abanico de sentimientos que al final de la primaria se hacen presente en lo espiritual al relacionarse con diferentes personas de su misma edad. Hay que estar, y tratar de estar, como sea, en definitiva.


miércoles, 8 de agosto de 2018

Sexting Onírico


Tengo tantas ganas de tu sexo!. 
Tu sexo que es un paisaje onírico donde mi mente se deshace 
y mi cuerpo pierde su forma, donde y hasta cuando 
el último pensamiento pierda su consistencia sentirá trémulo 
la vibración de tus gemidos. 
El pedido hipnótico de penetrarte a través de los más recónditos excesos, 
de nunca abandonar la carne el fantasmal vínculo del cual fuimos 
salvajemente posesos. 
De recorrer todo el territorio de tu cuerpo diáfano con la memoria 
inhóspita y desentendida, 
despojada de las rúbricas de cada día, 
posando los labios en la majestuosa curva que desemboca hacia la brecha íntima, celosa y ahora desprotejida de toda seda. 

Húmeda, latente, enrojecida. 
La boca entrometida, la tensión que ahueca la garganta 
y la sangre que galopa desbordante de travesía; 
éxtasis de lo prohibido, 
lengua voraz que describe con minuciosidad y contenida alevosía 
allí donde el estremecimiento provoca 
toda la letanía del placer.

Amo cómo subsisten en mí los ecos temblorosos de tus suspiros, 
 los jadeos rítmicos y el grito mordido; 
la resonancia sexual que pervierte inevitablemente 
la parsimonia de mis latidos. 
Te quiero coger, ánima mía. 
Quiero alcanzar tu desnudez quitándote la ropa con obstinación, 
pero también con sosiego, con paciente pornografía. 
Descubrir cómo la elasticidad de tus prendas más intimas, 
abandonando sus territorios más prohibidos, 
te abandona a la vulnerabilidad total del nudismo, 
de la excitación, 
de las más osadas fantasías...

El Comienzo de la Era de la e-Lectura


En una de mis últimas excursiones a la librería, en una mesa donde estaban las que parecían ser novedades literarias escuché a dos chicas que se referían a uno de los libros que una de ellas había tomado; una se lo recomendaba a la otra, en realidad. Lo vi recién cuando lo dejaron nuevamente en la mesa y yo me acerqué para chusmearlo, obviamente, porque no me podía quedar con la duda. Era La Bailarina de Auschwitz. Apenas lo miré, no me interesó mucho.

Luego, hace algunos largos días organicé más por insistencia de mi compañera una cena-reunión con motivo de mi cumpleaños. No me gusta la fecha de mi cumpleaños, mucho menos los festejos. Me convenció definitivamente cuando se le ocurrió que podría avisarles a los invitados que iba a colocar una alcancía y que en vez de ponerse en gastos para algún regalo que seguramente no me gustará del todo, les pediría que aportasen una suma de dinero a voluntad que iba a ser destinada toda en su totalidad a la compra de libros. Los libros (me) salen caros. La fiesta de cumpleaños era entonces una cena a beneficio. Propio.

Al siguiente día, luego del festejo, se me ocurrió que en vez de libros podría utilizar el dinero para comprarme un ebook. Por lo que con algunos billetes más, tras una breve búsqueda en internet, adquirí uno. Estuve un par de horas investigándolo y tratando de familiarizarme lo más pronto posible con el sistema operativo y las funciones. Luego de un rato, me dispongo a cargarle un libro. Tengo algunas páginas guardadas en el navegador de antes, cuando probé la lectura electrónica al adquirir hace más de un año un celular de pantalla de 5"; digamos, el tamaño standard para los celulares de hoy. Pero no resultó, aún me parecía pequeño y no lograba concentrarme en la lectura, de esa época guardaba enlaces para la descarga de libros gratis. Así es como husmeando encontré de golpe La Bailarina de Auschwitz. Cabe contar aquí que en este último tiempo al que me vengo refiriendo y en el transcurso de una semana colgué a ver una serie de programas de un documental de la Segunda Guerra Mundial a color; por lo que estaba como embebido de esa atmósfera bélica y horrorosa, y todo era muy reciente además. Así que lo bajé y comencé a leerlo esa misma noche, cuando la batería del ebook estuvo completamente cargada.


El libro está dividido a lo largo de sus capítulos en tres partes. Comienza relatando los hechos que la condujeron a los campos de concentración y lo que vivió en ellos hasta el final de la guerra. Luego, todo el proceso de adaptación en su nueva tierra con su familia y finalmente, cuenta casos particulares de sus pacientes (ella se convirtió en psicóloga). El relato primero, con toda la carga emotiva de los sucesos en los campos de concentración que yo había visto en los documentales hizo que devorara página tras página casi compulsivamente. Lo mismo luego, cuando se establece en EEUU, con todo lo que ello trajo respecto a sensaciones nuevas y viejas y el convivir diario consigo misma. Ya hacia el final, alejado del clima inicial y con los casos en particular, el libro es directamente otro, lo cual me produjo en lo estrictamente personal cierto desencanto, si bien las historias son fuertes (casi todas con finales felices). En fin, acostumbrado yo a leer ensayos, filosofía, política, historia; el cambio de aire fue ameno, pero nada más. Supongo que para quienes gustan de este tipo de lectura, el libro les resultará fantástico. Es cuestión de gustos, y contra gustos, no hay disputa.

Pero emparentada a este libro siempre estará mi primera experiencia con la lectura electrónica. El ebook que me compré no es un kindle, y al parecer, eso ya dice mucho. Como kindle lidera le mercado en ventas, claro, si no compras uno, estás comprando algo que es inferior. Tal vez. No lo se, nunca compré un kindle. El DOOKU es un ebook mucho más barato y ¡posee luz!, algo que si quieres en kindle, pues tienes que comprar el que tiene luz, que es mucho más caro que el que no la tiene, y así y todo sigue siendo mucho más caro que el DOOKU. Al no tener referencia, la comparación inmediata es con el funcionamiento del celular; entonces pareciera que hubiera venido fallado, por su lentitud. Sucede que tiene apenas 512 de RAM y un android del siglo pasado. Pero estoy muy conforme. Es muy práctico, ágil y lo que me ha salido de barato es mucho menos cuando pienso que lo he comprado con dinero que han regalado.


No es difícil adaptarse a la lectura electrónica. Por la practicidad justamente, pasar de página sólo deslizando o presionando apenas con un dedo de un lado o del otro en la pantalla (más botones que también trae) hace que te concentres fácilmente. Es muy liviano y casi como un libro de bolsillo, por lo que al sostenerlo te permite acomodarte como mejor desees y nunca te pesará o te molestará. Si bien el libro de La Bailarina lo lees rápido y a un ritmo galopante, aún me falta leer alguno que contenga la temática que a mí me gusta, que no tienen estructura novelada, lo cual requiere tal vez una atención mucho más intensa, por el contenido además. He realizado mi primer compra de un ebook por internet y ya lo tengo guardado en la memoria, para cuando termine otro que compré ayer, pero en la librería; porque esa costumbre de ir y elegir y pasarse un buen rato entre libros es imposible de perder.

martes, 7 de agosto de 2018

Sobre triunfos, resignaciones y futbolismos extraviados


La escisión social congénita que padecemos es un problema realmente serio (cada tanto). Si bien el antagonismo es condición casi ¿fundamental? para el ejercicio de la política, y con ella el de la democracia; el paisaje de la opinión pública es un vasto desierto de mezquindad teórica.La indignación selectiva, tan ponzoñosa, surca todos los estratos de la cotidianeidad soslayando la profundidad de los temas que nos atañen de manera tan virulenta. Ese paisaje de ideas, además, está intervenido por la constante metralla mediática, un conjunto de empresas de comercialización y entrega de la información diaria acorde a su propia agenda dictada, a su vez, por sus propios intereses económicos; y que buena parte de la sociedad asocia como el discurso real, único y verdadero. El periodismo como tal se nutre de la sustentabilidad que la confianza del público le da, pero el periodismo sufre también una crisis de escisión de la cual no se en qué punto es responsable. Hemos perdido la idea de equilibrio (que alguna vez creímos tener) y el poder se bate a duelo a través de todas las armas de las que dispone como tal: la prensa, las acciones judiciales, la "asociación ilícita" con las grandes empresas devotas del libre mercado y la dolarización del alma. 

La polarización sin los cuestionamientos hacia la raíz abisal produce ceguera crónica. Y el consecuente yugo del pensamiento. Y al parecer, estamos condenados tanto a la ceguera como al yugo; porque la cuestión es pasional como hereditaria y juegan un papel crucial a la hora de plantear una opinión frente a otra que es, obviamente, la contraria; el asunto (el problema) es ante todo, humano, prehistórico. Entonces pensar, y distinto, significa un error. El narcisismo intelectual en todos sus estadios es una introspección interminable, como una espiral de autoflagelo ideológico, una viaje al vacío de un todo radical, un verticalismo peligroso. Carecemos de libertad de opinión porque carecemos de profundización informativa, asumimos por otros las verdades que se nos dan como limosnas y como oro y así también las mentiras; es una tarea rigurosa y ostentosamente difícil poder dilucidar donde está el límite entre lo que se dice, lo que se quiere que se diga y lo que en honor a la objetividad y la transparencia ha sucedido, para poder decir luego, para formar una opinión al respecto. Porque el ciudadano común, el asalariado en su carácter de siempre dependiente, está innmerso en una ignorancia (y a veces lo ignora, o no le interesa) que es tal porque cree que no tiene ningún efecto en su cotidianeidad, que de hecho puede ser (y lo es) tan cierto, hasta que, claro, una situación inestable y ajena se vuelve palpable en el bolsillo y nos preguntamos que carajo está pasando. Y ¿qué carajo está pasando?. La respuesta suele aunar los sentimientos de bronca primero y hartazgo luego, para lograr un repudio generalizado, una homogeneización de la antipatía hacia las figuras políticas en sí, que a su vez sufren un mismo proceso de homogeneización al caer todos en la misma bolsa. Este proceso de homogeneizaciones es parte de un ciclo psicosomático que vuelve a reiniciarse con cada acto electoral, donde además de el ya citado narcisimo intelectual se asocia imprudentemente con la exaltación de la fe, esa fe que nos libera, nos redime y nos vuelve a reciclar para lo que sigue y la rueda del poder vuelve a girar, tal vez en sentido contrario, siempre dependiendo del lugar que se haya elegido.

¿Es la democracia en el sentido político-estructural un negocio cuyos réditos son implacables para quienes lo ostenten con la legitimidad de los votos?. Si estamos resignados a la administración fraudalenta y sistemática de la distribución de todos los ingresos de una nación y eso sólo representa un daño en tanto y en cuanto esos administradores fraudalentos sean los depositarios de nuestra simpatía y admiración, el antagonismo es no sólo el mayor triunfo de la estupidez, sino el de el poder.


domingo, 8 de julio de 2018

Tanto el Diablo como el Amor habitan en los detalles



Es una de esas películas donde todo aquél que se sabe admirador del cine, y cuando decimos cine casi que nos referimos a una abstracción involuntaria de la que podemos dar definiciones incansablemente, puede darse el lujo de apreciarla y apreciarse como degustador. No es mi caso. Aunque puedo destacar la fotografía, la atmósfera reinante en gran parte gracias al aporte musical de uno de los integrantes de Radiohead, el trabajo de producción en cuanto a la ambientación y caracterización de la época y el juego de las cámaras; la sensación final es tan extraña como obviamente personal.

No es sobre moda. Ni sobre el amor. ¿O sí?. Pienso mientras hago una pausa que es una película que, de todos modos, está lejos de dejarte indiferente (eso en el caso de que veas sus dos largas horas de duración), puedes tanto decir que es alto bodrio o, como dije, darte el lujo de apreciarla y apreciarte como amante del ¿buen? cine. La sensación extraña a la que me refiero tiene que ver con cómo la relación entre ellos dos suscita cierta amargura en tanto y en cuanto el maltrato que, a través de la ya tan consabida y hasta quizás agotadora interpretación histriónica de D.D. Lewis somete al personaje de la bella y frágil Alma, Vicky Krieps, en este caso.

El artista egocéntrico, narcisista, el genio inalcanzable y arrogante que fácilmente incomoda a cualquier espectador. La candidez, la dulzura y la inmediata empatía por otro lado. La bella y el bestia de Reynolds Woodcock. Ella enamorada, él de a ratos, o no se, me equivoqué; no, ahora te amo en serio; no, eres el peor error que he cometido en toda mi vida, mejor cásate conmigo; odio esos pequeños detalles que me hacen despreciarte y hacerlo en frente de todos además; bésame niña mía; oh, cómo te amo. En una época donde la mirada de la mujer y hacia la mujer definitivamente nos cruza a todos, el personaje de Alma también es incómodo de ver. Alma, dejalo al pelotudo ese es el consejo que mejor se me ocurre a todo momento. Aún cuando en su epílogo el personaje es cubierto por un halo vengativo, redentor; ensayando un equilibrio que me atrevo a calificar de romanticismo tortuoso.


Tanto el diablo como el amor habitan en los detalles. A pesar de todo. Y de todos. ¿Suena esperanzador esto?. ¿Hay espacios de dos o tres segundos para que la chispa de la esperanza se encienda y con ello enmendar definitivamente el pasado?. Nada como cerrar la idea de un misterio inconcluso con preguntas o instantes inciertos.

viernes, 6 de julio de 2018

Qué cosa los noscritores!



Qué cosa la de ciertos noscritores!, 
se quejan de que no están inspirados para escribir!
se quejan de que no tienen tiempo!
Pero cuando se sientan a escribir un poco
ya no quieren dejar de escribir!
y se vuelven a quejar de que nos les alcanza el tiempo!
Pero se han sentado a escribir.
Que es como matar al tiempo.


Hallazgo de los Jueves

En un viejo quincho cuya parrilla está ahora mismo en proceso de restauración, encontré una caja corroída por el alcance del agua de la lluvia que se ha colado porel techo y la chimenea en lo que va de este otoño/invierno. Dentro de la caja: libros. Algunos míos que hace siglos había prestado a una de mis hermanas y otros tantos de ella. A saber: una vieja biblia que recuerdo haber ganado en un concurso de preguntas escritas sobre Ceferino Namuncurá en la primaria. Una edición de Más Platón Menos Prozac de bosillo adquirida en la plena adolescencia cuando el libro era best seller, uno de Ballard del cual no recuerdo absolutamente nada y otro títulos que obviaré por el tipo de lectura que frecuentaba mi hermana a la cual no adhiero.

Allí, casi intacto, casi al medio de la pila estaba Las Viudas de los Jueves. 


 Debo confesar que acostumbro a leer ensayos sobre política, política-económica, filosofía, historia, actualidad; y no recuerdo la última vez que leí una novela. Pero anoche (que no es anoche mientras escribo, pero aún....) abrí el libro antes de la 1 de la matina y no pude dejar de leerlo hasta las 05:30, que fue cuando lo acabé como quien acaba una tarea que acaba de descubrir y con la cual ha quedado profundamente maravillado. Inmediatamente uno se pregunta por qué la lectura de novelas no se ha hecho costumbre. La verdad es que en esta última etapa de mi vida —que no es realmente la última, me gustaría aclarar— he dedicado mucha más atención a la actualidad política y social de lo que leve e inocentemente podríamos llamar la realidad del país. A través de la lectura de aquellos diarios que con diferentes intereses dan su propia versión de esa realidad, algo de televisión en la misma épica y el repaso diario de la red social Twitter, donde las "noticias" tienen una personalización que las hace de alguna manera más digeribles. Por lo que, sumergirse de lleno y tan profundamente en la trama de Las Viudas de los Jueves fue una experiencia reveladora, de tinte casi infantil. El imaginario de cada detalle de lo que Claudia Piñeiro iba relatando con un ritmo cansioso y ameno se iba abriendo en mi cabeza como si me adentrara en un paisaje mental completamente diferente. La atmósfera de los personajes y la manera en que se distribuyen en la historia a través del orden de los capítulos puso a funcionar engranajes que revitalizaron la experiencia de la lectura que, como dije, no realizaba desde hacía un tiempo del cual no tengo yo memoria. El libro, además, tenía un fuerte olor a humedad y al sostenerlo había que ejercer una pequeña fuerza para poder leerlo con mayor comodidad, toda una lectura pintoresca, si se quiere.

Recordé en algún momento del libro que habían hecho una película. Al otro día la busqué. La encontré en una plataforma online donde podía verla desde mi dispositivo móvil (mediante una aplicación previamente descargada y donde ya estaba registrado) vinculado a la pantalla de la televisión a través de otro dispositivo conectado a su vez al mismo por intermedio de un cable USB; cosa esta que me sorprende cada vez que la pienso, cómo la tecnología ha ido cambiando a nuestra forma de consumir contenido audiovisuales. Así que a la noche me dispuse a verla. Todos sabemos (aún yo, que hace siglos no leía una novela, y muchos menos luego ver su adaptación al cine) que a la hora de encontrarnos con la versión cinematográfica tan diferente a la que nos hicimos mientras leíamos puede que sintamos cierta incomodidad; es tan lógico como difícil el empatizar con lo que vemos. Pero aún así y todo, le ponemos una onda, porque no somos amargos. En este caso, me gustó como ciertos pasajes que la prosa se encargaba de detallar profusamente eran ajustadamente contados en un par de líneas de diálogo. Lo más difícil es, seguramente, asimilar el rostro de los actores con los personajes creados por nosotros a través de nuestra siempre cinematográfica imaginación; y más aún cuando el rostro de esos mismos actores y actrices son reconocidos de otros personajes de otras películas donde los hemos visto actuar. Pero, como dije, le ponemos onda.


Bueno. No tanta en mi caso. Porque tenía sueño de la noche anterior, que había estado en vela leyendo la novela. Así que sólo alcancé a ver media hora. Y con eso alcanzó. Como sea, si se encuentran con la novela, leanlá.

sábado, 14 de abril de 2018

Todos quieren mi Montaña

El nombre Renan Ozturk lo recordaba de otros documentales que había visto con gran asombro y satisfacción, a saber: Sherpas: Héroes del Everest y Into the Mind. Ambos con una poética visual que yo nunca había visto, una manera de ver la montaña única, pero con la cual me sentía profundamente representado. A través del prestigio de ese nombre es que el año pasado intenté sostener en la memoria el tráiler de este documental que iba a estrenarse varios meses después: Mountain, así lisa y llanamente. También participa William Defoe aportando su voz a la narrativa.


Finalmente, estuvo disponible para su descarga (verla en el cine por estos lares es una utopía); pero pasaron un par de meses casi hasta que también estuvieran disponibles subtítulos en español. O al menos hasta que yo diera cuenta de todo esto. Hoy a la mañana bien temprano, pasadas las 7 y luego de la preparación de un rico café me dispuse a verla, damas y caballeros: es FANTÁSTICA.

Las imágenes poseen una espectacularidad indescriptible, el texto es sobrio, poético, concreto y en la voz de Mr. Defoe cobra incluso mayor relevancia. Una oda no sólo a las montañas en sí, sino a lo que las montañas producen en nosotros; y un detalle significativo (aunque resulta un breve pantallazo con respecto a lo largo de la película) son los versos dedicados a los centros de ski y las ascensiones multitudinarias al Everest (una problemática tratada en Sherpas: Héroes del Everest).

Pero la música.
La música es la que consigue elevar cada frase, cada toma a un nivel superior.

No se lo pierdan. Ni tampoco los otros que mencioné.

miércoles, 21 de febrero de 2018

Electro in-the-pendiente

 
Me llevo muy mal con la electricidad. 
Siempre he preferido las tareas que 
hacen al mantenimiento de un hogar 
que no tengan que ver con ella. 
 
Me produce aversión, 
desde que tengo memoria, 
allá en la adolescencia 
cuando de verdad adolescía 
en las clases en la escuela técnica. 
 
Por más que me esforzaba, un rechazo casi físico 
me impedía aprender los conceptos y la terminología; 
no había ni hay ni habrá manera alguna 
de familiarizarme 
con todo lo que tenga que ver con la electricidad.
 
Y eso sin contar que 
casi siempre me he considerado un verdadero inútil 
para la mano de obra. 
Todo lo que me ha tocado hacer 
siempre ha sido fruto más de 
la intuición 
que de la investigación 
o el aprendizaje. 
O de un tutorial de Youtube.

Gracias. Ya me siento mejor.


Mon Amour

Llegué cansado a media tarde. Además había trabajado de noche y estaba fusilado. Me pegué un baño y me recosté. Pensé en dormir como un campeón. Pero no. Estaba conectado el Chromecast, así que colgué a ver las notificaciones de Youtube. Drexler había subido video nuevo: Asilo se llama la canción. Canta con una mujer que yo desconocía totalmente. Se llama Norma Monserrat Bustamante Laferte, es chilena pero vive en Mexico; y los millones que la conocían antes que yo la conocen como Mon Laferte. Alguien acertadamente comentó debajo del video, y cito: "Hermosa canción, sus voces como balancéandose en un baile!". Eso es. Lo fusilado no estuvo más, tampoco el sueño, nada. Tenía que escuchar yo más esa voz.

 
 
Sugiero que si no la conocen, hagan lo mismo.

lunes, 19 de febrero de 2018

Lo que me jodía era la panza....

Lo que me jodía era la panza, y sobre todo en los partidos de fulbito con los amigos cada jueves: corría dos pelotas y ya no daba más. Si bien todos andamos ya en la misma, a mí me empezó a molestar; y por qué no, a preocuparme. Me empezó a dar vueltas en la cabeza el tema, como siempre cuando algo me sumerje en la perspectiva de la finitud. Hasta los 10 años, vivimos la inconsciente imortalidad ante la atenta mirada de nuestros padres, hasta los 20 la cosa es más o menos igual, pero somos apenas "conscientes" de esa inmortalidad aunque nos llevemos el mundo por delante. De los 20 a los 30 todo puede pasar (antes también), pero ahora somos concientes más de nosotros mismos y uno empieza a observarse hacia al futuro, comienza a percibirse el tiempo de modo lineal. Es una pena eso, pero bueno, nos toca la percepción occidental, que se le va a hacer. Pasados los 30, puede que hayas encontrado alguien con quien pasar ese tiempo, y que tengas hijos, que es el meollo del asunto que me he puesto a vertir aquí. O no, pero bueno, que el escribe soy yo.

Que he pasado los 40, y mi hijo vive su inmortalidad ante mi atenta mirada y la de mi esposa. He perdido a mi padre de un cáncer que padeció durante tres largos años. Mi madre transita sus útimos años debido a otra enfermedad no menos maligna, que se la va a llevar a su debido tiempo. Y en el medio de todo siempre me pregunto: ¿será posible ahora en la mitad de mi vidadonde la esperanza de vida se remonta a los 80 años — si es que me esperanzo tanto en vivir, pueda realmente comenzar a preparar mi cuerpo para que la decrepitud no me ataque tan ferozmente y así poder disfrutar, no sólo de mi vejez, sino de cada década citada de mi hijo?. El futuro, en sí, no existe. Pero eso es hoy, y es muy cierto. ¿Pero si dentro de 30 años estoy arrepentido de no haber hecho lo que estoy haciendo ahora?......... pero, ¿y qué es lo que estoy haciendo ahora?. Pues he comenzado a cuidarme.

Comencé un proceso personal, por ahora, alejado de los consejos médicos; que seguramente ya vendrán. Prefiero por ahora enfocar mi cabeza y mi espíritu en sí mismos. Hace tres meses atrás comencé a salir a correr. Que es un decir, fue simplemente llevar un paso detrás del otro a una velocidad que no me provoque un ataque cardíaco. Aprovechando la tecnología, me ayudo con una aplicación en el celular que mide la distancia, la velocidad y mucha otra data. La primera vez corrí en circulos, en un velódromo, hice 3.28km en 20 minutos. Casi muero. Desde allí fui regulando —con el consejo de mi esposa, quien corre desde hace muchísimo tiempo más que yo— el paso, y aumentando semana a semana la cantidad de kilómetros. Ahora, lo normal es salir y correr 45 minutos, pueden ser 6 o 7 kilometros, depende del lugar. He aprovechado tardes de verano, a la hora del crepúsculo, para llegar a concretar la primer meta que me impuse cuando comencé: 10km.

10 kilómetros fueron los que corrí en una "carrera" en la que supe que me inscribiría al término del primer mes de haber empezar a correr. Fue hace un par de semanas, toda una experiencia. Que me ha motivado a continuar, además. He leído por allí que correr está de moda, que mucha gente está comenzando a hacerlo; y es que una vez que empiezas y te sientes motivado, creo que es difícil dejarlo. Porque tiene un elemento muy simple, te hace sentir bien. De maneras primitivas tal vez. O naturales. Ejercitas el cuerpo, y eso produce cambios, al generar endorfinas. Es inevitable sentirse mejor. Y quieres más. Porque el tiempo no sólo lo percibimos lineal, sino que la línea además es finita. Quieres más porque sabes que darle cierta plenitud a tu cuerpo generará cambios en tu manera de pensar, de ver, de sentir; y que posiblemente haya mucho camino por recorrer, entonces por qué no adecuarse para ese camino, que además nos va a castigar de una u otra manera?, y todo, porque lo que me jodía era la panza. Nada mal, eh. Bueno, la panza todavía sigue allí, ese es otro tema a tratar; mientras tanto, dale que va.


jueves, 11 de enero de 2018

(Des)Orden del Tiempo


Los finales de año suponen un desorden de la idea del tiempo. 
Por un lado, 
aquellos que pueden planean las posibles vacaciones de verano, 
lejos de casa, 
en un sitio más bien caluroso, que tenga mar. 
Por otro lado, 
la cosa todavía no termina, 
hay exámenes finales, y otras cuestiones que se le parecen 
siempre desde la perspectiva de lo terminal.
Uno está yendo y viniendo por las noches,
 o en esos momentos donde la mente se pone en pausa,
se imagina en la playa, y al segundo siguiente 
recuerda el temario del examen de matemática ese lunes. 

Comienzan a apresurarse las ganas de que el año por fin termine; 
por lo que debe finalizar 
y por lo que ¿viene?, 
 el estado de ánimo establece batallas diarias; 
cansancio, ansiedad, un poco de desaliento.

Pero luego han pasado un par de semanas
y todo eso se ha ido bien a la mierda
y tal vez no estás en la playa
pero todo aquello se ha ido a la mierda.

Y en otras semanas más
habrá que empezar todo de nuevo.
El tiempo se ordena, 
que los parió.

Feliz 2018. ¿Feliz?
Bueno, que la órbita elíptica los trate mejor.