sábado, 27 de mayo de 2017

Asesinato en Sueño

Tuve un sueño terrible. Algo pasaba en la casa de mi madre, así que me dirigía hacia allí. Me encuentro con una de mis hermanas mayores. Mi madre había asesinado a dos de sus nietos. Ella había sido quien encontró y ocultó posteriormente los cadáveres. No recuerdo bien la manera en que mis dos sobrinos habían sido asesinados, la intuición ahora despierto me dice que fue con un hacha, en un viejo galpón lleno de cosas viejas.

Entrábamos a la casa y mi madre estaba mirando la televisión y cantaba bajito mientras, tenía la mirada visiblemente extraviada, y se hamacaba de un lado al otro. Recuerdo haber sentido muchísima pena por ella. A todo esto, en una imagen siguiente veo que estoy conversando por teléfono con otra de mis hermanas, ésta estaba preocupada con respecto a los asesinatos —mientras yo me preguntaba cómo ella ya lo sabía, si todo parecía muy reciente y tenía la seguridad de ser el único de los hermanos que había sido anoticiado del terrible suceso— y que a más tardar a la noche escaparía de la ciudad en auto con su marido. En ese mismo momento veo que por la entrada de la casa está subiendo un móvil policial, con las luces encendidas. Estamos perdidos, pienso, mientras le cuento lo que veo a mi hermana.

De pronto, luego de terminar la conversación, veo que ha aparecido mi hermano en la escena. Está sentado en un sillón, en silencio, observando la televisión. Tiene un gesto sombrío, pero se lo ve tranquilo. Uno de los cadáveres pertenece a su hija, esto él no lo sabe; no digo nada y el sueño continúa.

Porque ahora están afuera, en el auto de otra de mis hermanas mayores —a quien pertenece otro de los cadáveres— mi madre y con la primera hermana que me encontré, quien los ocultó. Curiosamente estaban las tres metidas en la parte delantera del auto, yo las veo desde adentro a través del amplio ventanal del frente, discuten en una notable incomodidad, pero no veo a la policía, ha desaparecido del sueño por suerte.

También desaparece mi hermano, creo que se ha retirado con el mismo silencio con el que entró. Mi madre con esas dos hermanas huyen en el auto, y  yo me quedo solo. Pero sólo unos segundos, porque siento la llamada de mi padre, desde unas de las habitaciones. 

Mi padre ha fallecido hace poco más de dos años. Su llamado calma toda mi angustia y voy a verlo con gran emoción. Está sentado en una mesa ajeno a todo y me pide que le saque los zapatos, que le aprietan mucho. Voy por debajo de la mesa, y de pronto tengo la conciencia de ser yo dentro de un yo más pequeño, de niño. Le quito los zapatos y veo sus pies arrugados y malheridos por el paso del tiempo y la enfermedad que se lo llevó. Me dice gracias y me lo quedo observando por unos segundos. Él está ocupado viendo la televisión creo, con esa cotidianeidad que tanto se extraña.

No sucede nada más. Sólo que me despierto. Con mucha angustia. Está completamente oscuro y durante esos breves segundos en los que uno sale de un sueño y no se sabe si ha salido por completo pienso en mi madre, en mis hermanas, y en mis dos sobrinos. Me apena muchísimo todo. Y tengo una sed enorme. Hasta que caigo en la cuenta de que me tengo que levantar temprano para ir a trabajar, por lo que enciendo el celular y veo la hora: son las 03:17. E intento volver a dormirme. Cosa que logro con gran alivio.


viernes, 26 de mayo de 2017

Unantes y ¿un? después

Qué curioso que en los momentos más imprevistos uno caiga en la cuenta de su propia finitud, de su mortalidad. No se trata de oscuras introspecciones que nos empujan hacia estados depresivos, sino más bien de pequeños asomos indagatorios al abismo que somos. Son momentos de intensa lucidez, donde la condición humana se manifiesta como una fugaz visión abstracta y periférica de un todo inexplicable, como si de pronto la única pulsión de nuestra existencia no fuese más que un estado de conciencia. Así, puede ser que un simple recuerdo vívido, que se ha mantenido a fuego en la memoria nos asalta como una certeza, como la revelación de un conocimiento: la medida de nuestro propio tiempo; una suerte de conclusión. Un punto que escinde, donde la mirada cambia y adquiere un tono concertador encauzado hacia ese otro estado de tiempo imaginario que es el futuro, lo que nos queda. 

Una escisión que podemos identificar también como un punto de equilibrio. Dar cuenta de la propia finitud es un hecho que se produce por lo general —o al menos en la experiencia personalen la etapa media de la expectativa de vida de un ser humano,  intensificada con la contemplación del desarrollo del crecimiento de un hijo. O la desaparición física de una figura paterna —siguiendo con la experiencia personal—. Este equilibrio se revela en cuestiones que atañen a la percepción y a la comprensión en el uso de la razón como así también del espíritu frente a las adversidades o cotidianeidades que se nos presentan. Es necesario que la carga emocional de la rutina no nos afecte en mayor medida, por ejemplo, porque sabemos cuánto puede eso contribuir al deterioro de la salud.

A no darse manija. A disfrutar el momento. 
Con los pies en la Tierra y el corazón flotando....


jueves, 25 de mayo de 2017

Ausencitas

Como cuando te despertás una mañana cualquiera,
desorientado,
 y estirás el brazo y del otro lado de la cama 
no hay nada más 
que el rastro revuelto de la ausencia. 
Tal vez desde siempre.


O tal vez no
—sentís, aliviado— 
está en la cocina, 
preparando unos mates.

Extracto

(extracto de notas perdidas en el tiempo)
 
Lluvia de verano. Aunque no es verano. Y no se si alcanza para llamarla lluvia. Claro que aquí, al pie de las montañas el verano nunca es verano y mucho menos en estos días. Llueve de noche y el viento acaricia con sexo salvaje las chapas de zinc que aúllan grave en el silencio desestrellado.

Todo el mundo se queja y anda con un poco de mal humor, después, cuando es de día. Que se le va a hacer, yo no recuerdo tan otoñal un pleno enero, con tardecitas frescas con tanta queja y tan sin asaditos a la tarde ni matecito piola bajo la sombra de los guindos en el patio. El clima cambia año a año, la mayoría no tenemos consciencia porque el ejercicio de la memoria se remonta a unas horas o unos días atrás; pero a más a tardar el enero pasado no fue tan feo. Y el anterior a éste fue menos pior. Hubo días en que levantabas la vista y la punta de los cerros estaban blanquecinas, eso significa frío que baja y que se convierte irremediablemente en mal humor.

Y así andamos.



miércoles, 24 de mayo de 2017

Hay Alien allí?

Como siempre, no había visto más que el tráiler de la película, que fue no recuerdo hace cuantos meses atrás. Lo ví sólo una vez, por lo que casi no recordaba mucho del mismo. Algunos comentarios en algunos redes sociales que frecuento dejaban un gusto agrio después de haberla visto, mientras yo todavía debía esperar que proyectasen la película en el cine de mi ciudad, cosa que sucede con bastante posterioridad. Hay que ver que la subjetividad del arte del cine despierta las más recónditas crispaciones en algunos. Yo creo que mucho tiene que ver con las expectativas: las que genera la película como una cuestión lógicamente propagandística; y luego las que se genera uno mismo a través de esta misma logística y, por qué no, el imaginario personal exacerbado por el bagaje que a través del tiempo ha generado esta saga sobre todo. La manija.


Se puede trazar cierta escisión con respecto a Alien. Por un lado está el primer film, con lo que ello significa, es insuperable y por ello, un tesoro visual; y el segundo, un regreso con gloria. Hasta ahí Alien es una cosa, con todo lo que la cosidad significa. Las siguientes entregas van todas en una misma bolsa, productos de la franquicia ($$$). Prometheus es ya una película de otro siglo, más cercana, donde los que hemos sido admiradores de la cultura alien estamos grandes, mas quisquillosos, más hinchapelotas; y por eso ha generado tanta discordia también.

Covenant es entretenida. Mirar la película con la meticulosidad del fan acérrimo y una expectativa sobre-masturbada puede que condicione muchísimo el deleite de sentarse a mirar una (o la) película. ¿Hay que ir a esperar que nos maraville como lo hicieron las dos primeras películas?, si ya se cebaron con la tercera y la cuarta y Prometheus les jodió, no es ir con mucha carga emocional al cine?. Tranqui, loco, ese primer efecto casi narcótico que produjo la aparición de la saga no se va a volver a repetir. Acá siguen rascando la olla y vamos a ver que han rescatado, nada más.


Horas antes de ir al cine, mientras me tomaba unos mates me colgué a ver algunas "críticas" en Film Affinity. Muy variado obviamente el asunto, hasta incluso había uno que había escrito como 30 líneas y ni siquiera había visto la película, y no pensaba verla!; en fin, una muestra de lo que ha generado Alien: Covenant. Si vas a verla esperando que te vuele el coco, lo más probable es que toda esa falsa expectativa te vuelva en contra y no disfrutes un joraca. Sacate esa mochila y andá a disfrutarla. Como ha sucedido con los nuevos episodios de Star Wars, tiene todos los condimentos que debe tener, todos esos guiños que sabremos captar oportunamente y con simpatía, dependiendo de su grado de fanatismo.



Se distingue la actuación de Fassbender, de principio a fin. Y la de James Franco. , mentira. No te calentés, James.

viernes, 19 de mayo de 2017

Polvoritas

Una amasijo de bronca y de desencanto fatal. La política, el fútbol, la cotidianeidad económica, la sensación de que somos demasiados (en la ciudad), el caos inevitable y la convivencia con esa inevitabilidad. ¿Cuánto nos afecta TODO?. Cuando ese todo es difícil de explicar. Pero es TODO. Es una época donde el descontento se siente aún más, como si estuviera flotando en el aire; donde el buen humor escasea agónicamente, entonces somos un reguero de pólvora que se enciende ante la primera chispa. Un montón de pequeños y grandes accidentes a punto de ocurrir, en TODOS lados, TODO el tiempo. Nos afecta muchísimo, estamos conectados aún cuando pensemos que hemos perdido la conexión con el otro.