lunes, 20 de agosto de 2018

Un Día Cualquiera, un Diario en Particular

Acabo de leer algunas notas en La Nación, hoy es lunes feriado 20 de Agosto de 2018. La total focalización en las causas de corrupción es de una alevosía increíble; con ese nivel de manija están creando una psicosis brutal; aunque también puede leerse a través de algunos comentarios, lo que parece ser una profunda crisis de representatividad en aquellos quienes eligen mantener cierta cordura y dan cuenta que el problema de la corrupción es estructural y excede a la alternancia de las fuerzas políticas que acceden al poder; pero son los menos. La redacción de las notas es muy pobre, sólo se encargan de darle peso, contenido y continuidad a una noticia que más se parece a una trama urdida y con ribetes novelísticos. Se presentan los hechos de tal manera que el eco de las palabras reverbere de manera simplona e ingenua en aquellos lectores los más encendidos y encolerizados que difícilmente pueden llegar a observar la perspectiva de la presentación de la noticia y del armado de la tapa del diario mismo. Aquí se nota una intención impúdica de parte de lo que ¿podemos? llamar el periodismo. Es un ataque en conjunto con una maniobra de invisibilización del presente social y económico que atenta contra la opinión pública, subestimándola. 

Creo que estamos ante una crisis de los medios de información, una más. Y van?. 

El sesgo informativo sólo atisba el antagonismo, que es sólo funcional a los intereses de los gobiernos que lo fomentan. Lo delicado en los tiempos que corren hoy en el país es que el mapa de medios que dominan la percepción de un GRAN número de ciudadanos simpatiza con los intereses del oficialismo, por lo que actúan en tándem; y el periodismo independiente agoniza, hay periodismo de guerra y el más poderoso es aliado del gobierno. No se cuestiona. Se militan las medidas de gobierno. Si se accede a otros medios de información en oposición a los medios dominantes y por lo tanto al gobierno, tendremos posiblemente más de lo mismo, sólo que la focalización se da en sentido contrario. Y me animo a decir con una mayor rigurosidad en la transparencia de la investigación, basándose en documentos, entrevistas y trabajo de campo; en honor al grado de credibilidad que deben crear en contraposición con los grandes medios que corporativizan la llegada de las "noticias".

¿Cómo como ciudadanos nos debemos plantear el derecho a la información? Hoy por hoy ¿qué es la información? ¿Cómo distinguimos la calidad de lo cierto?. Hemos llegado a un punto donde asumimos la verdad desde lo emocional, desde la simpatía que le guardamos al periodista; porque el periodista se ha vuelto una suerte de divinidad incuestionable, además. Nuestra verdad será procesada desde la empatía, algo que en función de lo estrictamente cerebral, es de lo más común. 

Entonces ¿cuál es el punto desde donde podemos construir objetivamente una interpretación de los mismos hechos presentados desde dos ópticas completamente opuestas y con cargada animosidad, con cierto grado de violencia?. Si gozáramos de tal poder de discernimiento, tal vez nos acercaríamos un poquito más al modelo de democracia que nosotros como conjunto de la población nos merecemos desde la creación misma de nuestro país. 


A modo de final, diré que creo profundamente en la lectura, en la personalidad constructiva del escritor, que puede darnos las herramientas estructurales (en cuanto a la investigación y al ejercicio de la reflexión) para poder concebir el mayor grado de imparcialidad en cuanto a los hechos que se producen política, social y económicamente en el país y que se nos presentan como beneficio o detrimento de la población, dependiendo del beneficio o del detrimento de quienes ostenten los medios para contarlos.

jueves, 16 de agosto de 2018

La Criminalidad Romantizada


La criminalidad puesta al servicio de la cinematografía ha sido siempre atractiva, hay un magentismo inexpungable en el submundo del hampa, sobre todo cuando se romantizan hechos delictivos que gozan de gran relevancia en la memoria colectiva: chorros, asesinos, violadores, la pantalla los desacartona y los vuelve digeribles, amigables. Pensaba mientras llevaba unos 10/15 minutos viendo El Angel, cuan buena o mala puede ser una película de acuerdo al grado de expectativa que ha sabido generar.


Mi padre solía comprar las revistas de Casos Policiales, las recuerdo de chico por el impacto que creaban en mí las fotografías de los cadáveres que en su interior abundaban sin ningún tipo de pudor editorial; otras épocas, sin duda. Ese morbo no me abandonó jamás, como una suerte de droga. Devoraba inevitablemente y con apetito voraz las historias de esos horribles crímenes, habré tenido poco más de 10 años y no recuerdo que a mi padre le haya preocupado que viera esas revistas. A mí tampoco, no me pareció más que (lo pienso ahora, claro) asomarme al abismo que representa la condición humana en cuanto a su posible criminalidad.




Y hoy ya pasando los 40, a pesar de que cada tanto nos enteramos de crímenes horrendos —incluso en mi propia ciudad, cosa que antes era impensado— tampoco me sigue sorprendiendo, el ser humano es capaz de todo, realmente. El caso de Carlos Robledo Puch, como aún hoy claro está, era cada tanto presentado en la revista, lo recuerdo casi con cierta familiaridad. En la televisión también recuerdo haber visto programas de tipo documental que reproducían la historia de El Ángel. Historia que está contada a lo largo de toda la internet, por lo que evitaré contarla no sólo por ello, sino porque no la recuerdo detalladamente. La familiaridad con la que se recuerdan este tipo de casos tiene que ver con cosas puntuales: su corta edad, la cantidad de asesinatos, el soplete. En un pasaje de la película, reconstruyen una entrevista televisiva —a un psicólogo pareciera— donde se refiere al aspecto del pibe: rubio, carilindo, lejos del estereotipo estigmatizador del delincuente: negro, fiero, desalineado. Se lo recuerda como hecho histórico trascendental desde lo policial por el impacto que esto había logrado en la sociedad.


De allí el hecho de que cuando vi el actor elegido para representarlo, y para retomar lo que venía diciendo, la expectativa se hizo grande. El "parecido" con la imagen que (quiero creer que) todos nos habíamos hecho era importante, y esa semejanza no hizo otra cosa que entusiasmar. Han pasado casi 50 años de los episodios, no se cuantos de los pibes de 20 y pico que vi en el cine pueden haber estado familiarizados con la historia criminal de Puch, pero me asombró verlos. Se ve que la expectativa era realmente grande. O  no, debo decir que la función era 2x1, así que la sala estaba completamente llena. Encima llegué tarde, encontré lugar en la tercera fila; pero bueno.

La narrativa visual es maravillosa, la ambientación logra transportarte a esa otra época, si bien el director no crea un gran marco político-social de la misma; principios de los 70 con todo lo que ello significa históricamente. Y está bien, supongo, porque se concentra en retratar al personaje exclusivamente. Un retrato que por momentos, con ciertos primerísimos planos, logra reflejar a través de la mirada punzante un atisbo de la profundidad del carácter de un asesino de apenas 20 años. La impasibilidad quizás ante los asesinatos que cometió y su esbozada orientación sexual. Tal vez cuando uno da cuenta en la cantidad de robos y posteriores asesinatos contados es donde el ritmo se obtura, pero no deja de ser interesante cómo han sido filmados. Me pareció una película completa, compacta, con un tratamiento hermoso del color, muy entretenida, se disfruta de principio a fin. Bien por el cine argentino. No diré más, ya escribí lo que tenía ganas de decir, así que vayan a verla.

martes, 14 de agosto de 2018

Descubriendo el Pasado

Hacía unos días que se me venía cruzando la idea de buscar unos viejos portafolios que guarda mi Vieja arriba de un viejo placard. Ella ya no lo recuerda, tiene lo que han llamado un "principio de Alzheimer", que por suerte, nunca acaba de empezar. Y yo que cada tanto me agarran las ganas de digitalizar todos esos álbumes que guardan esos portafolios; pues este fin de semana me rescaté y los fui a buscar. Después del almuerzo me dispuse a revisarlos, estaba en compañía de mi esposa. Y como siempre sucede cuando comienzas a revisar viejas fotos, no haces nada más que ver una tras otra y conversar cálidamente sobre los recuerdos que despiertan. Apenas si digitalicé 3 o 4 que compartí inmediatamente en el grupo familiar de whatsapp y nada más. Estuvimos más de una hora revisando todo el material. Hasta que llegamos a unas viejas carpetas que tenían algunos documentos que yo jamás había revisado. Para mí sorpresa, eran documentos muy viejos que mi Viejo había guardado con mucho cuidado.

El asunto es que recordábamos con mi esposa una tarea que le habían encomendado a nuestro pequeño hijo hace un par de meses que consistía en averiguar acerca del pasado de la familia. Resultó que preguntando, un sobrino mío tenía guardada (y escaneada) la libreta de enrolamiento de mi bisabuelo, cosa que yo desconocía totalmente. Así, pude saber que mi bisabuelo nació en Chile en el año 1872, una fecha que uno está acostumbrado a relacionar solamente con hechos históricos contados en la primaria, fuera de ello, esos años no existen. Que el 10 de enero de 1933, día en que suscribe en su libreta de enrolamiento, portaba un dólar, era viudo, petiso y tenía 10 hij@s. Entre ell@s estaba mi abuela Elisa, la mamá de mi Viejo.

Yo no conocí a mi abuela, pero de tanto que me contó mi Viejo y de algunas fotos que me fueron mostrando en mi infancia, tengo recuerdos vívidos en mi mente, como si realmente la hubiera conocido. No recuerdo su voz, ni su rostro; pero la recuerdo en vida como si la hubiera conocido. Lo mismo me sucede con la zona donde creció mi Viejo, Paso Chacabuco. Lugar que fija como domicilio mi bisabuelo en su libreta de enrolamiento:


Recuerdo un casa blanca cerca del río. Una gran quinta cerca de la casa. Una alameda gigantesca que apenas dejaba pasar la luz del sol. Un arroyito que cruzaba el terreno hasta dar con el río. En la orilla del río, un bote que usaba mi Viejo para cruzar el río. Un cable de acero trenzado colgante que cruzaba también el río. Gallinas. La luz filtrada por los árboles. El sonido del viento agitando los álamos. El silencio de la suave pero peligrosa corriente del río. Es como una gran foto viviente, como un cortometraje. Parte de lo que recuerdo lo he soñado; creo que de allí su fidelidad.

El asunto es que más de eso, nada; yo ni siquiera había nacido. Nací en la ciudad, cuando ya mi padre se había mudado y su madre estaba fallecida. De su padre, lo único que siempre contaba y que yo nunca refutaba o indagaba, era que se había ido de joven abandonando a mi abuela. Cada vez que lo mencionaba —que eran muy pocas— se notaba que no quería referirse mucho al tema. Por lo que mi abuelo fue para mí siempre un fantasma. Hasta hace algunos largos años atrás. Vinieron de visita unas personas que decían ser herman@s de mi padre, por parte del abuelo fantasma, claro está. El viejo todavía seguía vivo y había venido de visita a la ciudad. Vivía en otro localidad de la provincia. Así que organizaron un gran asado y allí fuimos, todos mis herman@s y mis padres. Mi Viejo no había visto a su Viejo desde su niñez, y andaba en ese momento alrededor de los 70. Fue un flash toda la secuencia. El abuelo fantasma apenas si podía hablar, estaba muy viejito; pero pareció reconocer a mi Viejo, que lo abrazó y lloró a su lado. Nos presentaron a todos allí. De pronto teníamos tíos y tías "nuevas". Degustamos un rico asado y tomamos bastante vino, un gusto en el que TODOS coincidíamos profundamente. Luego de ese día, no lo volvimos a ver, pero atesoramos el recuerdo, y las fotos que lo atestiguan.

Pero volviendo, estábamos revisando esas carpetas del portafolio. Y lo que encontramos fue muy pintoresco. Unos documentos que databan de la misma fecha que figuraba en la libreta que hacía unos meses habíamos descubierto sin querer. En ellos se detallaba la adquisición de la tierra que después yo soñaría y recordaría cinematográficamente, 10 hectáreas en Paso Chacabuco. Que un vecino quería desviar un curso de agua, y desde el Ministerio de Tierras en Buenos Aires le aseguraban que no iba a quedar privado de ese elemento. Y que había adquirido unas 20 ovejas a 4 pesos cada una...


También —pero en otro documento que no registré con la cámara de mi celular en este caso— se dejaba registrada y autorizada para su uso una canoa llamada Don Pedro. Había algunos más. Como el que registraba la venta del terreno donde aún vivió mi Viejo y todavía lo hace mi Vieja; y algunos otros más pero no de relativa importancia para lo que cuento aquí.

Fue una tarde maravillosa. Reconstruir de alguna pequeña manera un pasado que a no ser por la tarea encomendada a mi hijo y el afán de digitalizar ciertos recuerdos jamás hubiera conocido seguramente. Nadie habla del pasado, parece una cosa muerta. Que en cierto sentido lo es, pero el pasado nos define en algún aspecto. Aquí hay un prejuicio enorme y horrible para con el pueblo chileno y todo lo que esté relacionado con esa patria cercana; y el saber que mis antepasados eran chilenos te coloca en una posición que obliga a meditar al respecto. No he sido criado en atmósferas xenófobas. Pensaba yo en una de esas noches donde no te puedes dormir y la mente divaga y te inventas diálogos en el orgullo de sentirme de estos lares de la tierra; porque del lado de mi Vieja, que tampoco se mucho, hay un pasado de abuelo gringo y abuela mapuche. Soy el resultado de una amalgama de pasados diversos. Enriquecido desde todos los aspectos (bueno, no es el caso de mi rostro, pero bueno). Es saludable conocer y conocerse. Gracias doy.

Hecha la ley, argentina la trampa...


A través de una recomendación en Twitter de una periodista de judiciales y una abogada que respeto muchísimo es que llegué a Forum Shoping Reloaded. En la librería, ya me había decidido por otro, pero fijate vos, camino a la caja para pagarlo y ya retirarme del lugar....alcanzo a distinguirlo casi ¿sin querer? en la mesa de novedades, medio escondido debajo de otros títulos. Y me acordé de tales recomendaciones, así que no lo dudé, dejé el que había elegido y me llevé este último.


¿Por qué?, Porque por estos días, la agenda mediática dicta que estemos todos pendientes de la situación judicial de la ex-presidenta de nuestro país; por lo que el libro viene como anillo al dedo. Y uno no hace luego más que despotricar mientras va leyendo sobre lo que se muestra en los medios (en complicidad con jueces y fiscales), porque más allá de toda identificación partidaria, la justicia tiene invariablemente su propio sitio de poder en lo que respecta al juego político. (La situación en lo económico se refleja negativamente en la imagen presidencial y no podemos caer en la inocencia de que todos estos hechos judiciales mediatizados con marcado espamento y sobrada repetición sirven para contrarrestar tal situación, al menos en la acabada superficie de la opinión pública).

En su contra-tapa, al final, reza: Forum Shopping deja la sensación de que no debe existir un lugar peor en el mundo que un jugado para ir a reclamar justicia. No es un texto de ciencia ficción, es de terror. Calculá. Y lo acertado de esta reseña!.

El libro describe y desnuda las trampas hechas para las leyes que han sido otrora hechas y deshechas; y viceversa. Sin tanta rigurosidad técnica a la hora de referirse a los casos en particular que documenta a modo de claros y concisos ejemplos, con agradable ironía e intenso ritmo, leerlo es un viaje fascinante al submundo de los procesos judiciales que narra, con el peso de la resignación y la desesperanza a cuestas. Que no es otra cosa esto último que la historia viva de nuestra idiosincrasia, ya sea un juez frente a un caso de suma relevancia o cuando nos hacemos nosotros mismos los boludos en beneficio propio; descubrir todas las estrategias utilizadas para tal empresa, si bien nos apena, no nos puede sorprender nunca; salvo por la audacia con que se logra.

No dejen de leerlo, es tan entretenido como esclarecedor.

Materráticas

De sobremesa, en un asado de un domingo cualquiera escuchando una intensa conversación entre dos mamás, mientras cada una de ellas relataba casi con idéntica sorpresa e indignación cómo frente a sus hijos se encontraban ante una misma problemática escolar. Una de ellas acotaba además, que había recogido a través de reuniones o charlas breves, que la misma situación se presentaba en otras familias. Y es que, al parecer, los padres nos vemos en la necesidad de googlear y ver en YouTube algunos de las tareas que las maestras envían a casa. Esto exige plantear ciertas cuestiones.
 
¿Será que ante la necesidad de completar la planificación a tiempo durante el transcurso del año se carga a los chicos con una cantidad de nuevos conocimientos que les dificulta en mayor o menor medida aprehenderlos de manera concreta?.  ¿Será que la planificación es correcta y es esta generación la que muestra una dificultad antropológica en la construcción de un conocimiento matemático que nuestra propia generación en muchos casos ha olvidado completamente?. En una de las últimas reuniones escolares, donde somos invitados todos los padres pero casi siempre somos muy-muy pocos (un dato no menor), el equipo de enseñanza planteó que los temas se iban a ir dando según lo estipulado y que en clase iban a preguntar al curso completo si todo lo expuesto había sido comprendido; en caso de recibir respuesta positiva, se iba a seguir avanzando hacia el siguiente. Es evidente entonces que, como hace años, en una extraña tradición, nadie (o casi nadie) se anima a ir en contra de la corriente, tal vez por la vergüenza que a su edad implica este pequeño pero tan importante acto. Si todos comprendieran inmediatamente no estaría yo aquí planteándome estas cuestiones.
 
 
¿Se plantearán estas mismas cuestiones los equipos de enseñanza teniendo en cuenta que algunos padres solicitamos reuniones para hacer visible dicha situación?. Porque los niños a la larga y a la corta, se frustran; y esa frustración conlleva a consecutivos problemas de aprendizaje, ya que se arrastran dudas que inevitablemente se potenciarán. ¿En qué medida nosotros los padres tenemos la responsabilidad de complementar lo que nuestros hijos van aprendiendo diariamente de parte de sus maestros?. Huelga decir que debemos seguir su aprendizaje, ayudarlos e incentivarlos; pero ser nosotros quienes terminemos de hacerles comprender lo que comenzaron en clase me parece una problemática no menor. Tácitamente uno delega justamente en la escuela este proceso de aprendizaje, y sentir que las clases no alcanzan y hay que dedicarle un tiempo mucho más extenso que el habitual de acompañamiento genera también una frustración en los adultos. Sobre todo cuando se sabe por testimonios que no es un problema individual.

Y desde allí, nobleza obliga, también debemos poner atención en lo que refiere a la tarea de las maestras. "Explicar procesos, mecanismos y recursos cognitivos que permitean construir conocimiento matemático, adquirir y fortalecer estrategias y procedimientos para la resolución de situaciones o problemas con metas numéricas y en general" frente a un grupo de 30 niños no debe ser una tarea sencilla. En el afán de que nuestros hijos comprendan y vuelvan a clases con la tarea completada y sin poner en conocimiento de esto a las maestras cometemos el error de que ellas mismas den por sentado que el niño efectivamente ha comprendido. Y si a través de la realización de estos trabajos prácticos es que se avanza, la sorpresa será mayor cuando a la hora de realizar una prueba oral o escrita en el establecimiento los resultados difieran notablemente del realizado en el hogar.
 
En consecuencia, no me quedan más que dudas y certezas de lo intrincado del sistema de enseñanza y de aprendizaje. Sobre cual sería el rumbo a tomar respecto de quien o quienes marcan con su capacidad media (tirando a baja) de absorber todo el contenido en un tiempo estipulado para con el resto de los compañeros. Si en pos de completar todo el contenido hay alumnos que se verán rezagados indefectiblemente. Si ante la cantidad de alumnos los seguimientos personales se vuelven casi imposibles, como bien reza el dicho, quienes mucho abarcan, poco aprietan; con lo cual estaríamos ante el abismo indagatorio que genera todo la estructura de los colegios y las escuelas públicas (en mayor medida) con respecto a la capacidad de enseñanza concreta. 
 
Aún así, y ante tamaña problemática, soy verdaderamente consciente sobre el papel fundamental que debemos cumplir como padres, sobre el equilibrio justo que hay que buscar para no deslindar responsabilidades que nos competen desde lo humano y moral hacia la escuela o colegio; que en tal caso son el complemento donde desde lo social el niño o la niña van aprendiendo a sociabilizar y compartir tanto alegrías como inquietudes, frustraciones y todo el abanico de sentimientos que al final de la primaria se hacen presente en lo espiritual al relacionarse con diferentes personas de su misma edad. Hay que estar, y tratar de estar, como sea, en definitiva.


miércoles, 8 de agosto de 2018

Sexting Onírico


Tengo tantas ganas de tu sexo!. 
Tu sexo que es un paisaje onírico donde mi mente se deshace 
y mi cuerpo pierde su forma, donde y hasta cuando 
el último pensamiento pierda su consistencia sentirá trémulo 
la vibración de tus gemidos. 
El pedido hipnótico de penetrarte a través de los más recónditos excesos, 
de nunca abandonar la carne el fantasmal vínculo del cual fuimos 
salvajemente posesos. 
De recorrer todo el territorio de tu cuerpo diáfano con la memoria 
inhóspita y desentendida, 
despojada de las rúbricas de cada día, 
posando los labios en la majestuosa curva que desemboca hacia la brecha íntima, celosa y ahora desprotejida de toda seda. 

Húmeda, latente, enrojecida. 
La boca entrometida, la tensión que ahueca la garganta 
y la sangre que galopa desbordante de travesía; 
éxtasis de lo prohibido, 
lengua voraz que describe con minuciosidad y contenida alevosía 
allí donde el estremecimiento provoca 
toda la letanía del placer.

Amo cómo subsisten en mí los ecos temblorosos de tus suspiros, 
 los jadeos rítmicos y el grito mordido; 
la resonancia sexual que pervierte inevitablemente 
la parsimonia de mis latidos. 
Te quiero coger, ánima mía. 
Quiero alcanzar tu desnudez quitándote la ropa con obstinación, 
pero también con sosiego, con paciente pornografía. 
Descubrir cómo la elasticidad de tus prendas más intimas, 
abandonando sus territorios más prohibidos, 
te abandona a la vulnerabilidad total del nudismo, 
de la excitación, 
de las más osadas fantasías...

El Comienzo de la Era de la e-Lectura


En una de mis últimas excursiones a la librería, en una mesa donde estaban las que parecían ser novedades literarias escuché a dos chicas que se referían a uno de los libros que una de ellas había tomado; una se lo recomendaba a la otra, en realidad. Lo vi recién cuando lo dejaron nuevamente en la mesa y yo me acerqué para chusmearlo, obviamente, porque no me podía quedar con la duda. Era La Bailarina de Auschwitz. Apenas lo miré, no me interesó mucho.

Luego, hace algunos largos días organicé más por insistencia de mi compañera una cena-reunión con motivo de mi cumpleaños. No me gusta la fecha de mi cumpleaños, mucho menos los festejos. Me convenció definitivamente cuando se le ocurrió que podría avisarles a los invitados que iba a colocar una alcancía y que en vez de ponerse en gastos para algún regalo que seguramente no me gustará del todo, les pediría que aportasen una suma de dinero a voluntad que iba a ser destinada toda en su totalidad a la compra de libros. Los libros (me) salen caros. La fiesta de cumpleaños era entonces una cena a beneficio. Propio.

Al siguiente día, luego del festejo, se me ocurrió que en vez de libros podría utilizar el dinero para comprarme un ebook. Por lo que con algunos billetes más, tras una breve búsqueda en internet, adquirí uno. Estuve un par de horas investigándolo y tratando de familiarizarme lo más pronto posible con el sistema operativo y las funciones. Luego de un rato, me dispongo a cargarle un libro. Tengo algunas páginas guardadas en el navegador de antes, cuando probé la lectura electrónica al adquirir hace más de un año un celular de pantalla de 5"; digamos, el tamaño standard para los celulares de hoy. Pero no resultó, aún me parecía pequeño y no lograba concentrarme en la lectura, de esa época guardaba enlaces para la descarga de libros gratis. Así es como husmeando encontré de golpe La Bailarina de Auschwitz. Cabe contar aquí que en este último tiempo al que me vengo refiriendo y en el transcurso de una semana colgué a ver una serie de programas de un documental de la Segunda Guerra Mundial a color; por lo que estaba como embebido de esa atmósfera bélica y horrorosa, y todo era muy reciente además. Así que lo bajé y comencé a leerlo esa misma noche, cuando la batería del ebook estuvo completamente cargada.


El libro está dividido a lo largo de sus capítulos en tres partes. Comienza relatando los hechos que la condujeron a los campos de concentración y lo que vivió en ellos hasta el final de la guerra. Luego, todo el proceso de adaptación en su nueva tierra con su familia y finalmente, cuenta casos particulares de sus pacientes (ella se convirtió en psicóloga). El relato primero, con toda la carga emotiva de los sucesos en los campos de concentración que yo había visto en los documentales hizo que devorara página tras página casi compulsivamente. Lo mismo luego, cuando se establece en EEUU, con todo lo que ello trajo respecto a sensaciones nuevas y viejas y el convivir diario consigo misma. Ya hacia el final, alejado del clima inicial y con los casos en particular, el libro es directamente otro, lo cual me produjo en lo estrictamente personal cierto desencanto, si bien las historias son fuertes (casi todas con finales felices). En fin, acostumbrado yo a leer ensayos, filosofía, política, historia; el cambio de aire fue ameno, pero nada más. Supongo que para quienes gustan de este tipo de lectura, el libro les resultará fantástico. Es cuestión de gustos, y contra gustos, no hay disputa.

Pero emparentada a este libro siempre estará mi primera experiencia con la lectura electrónica. El ebook que me compré no es un kindle, y al parecer, eso ya dice mucho. Como kindle lidera le mercado en ventas, claro, si no compras uno, estás comprando algo que es inferior. Tal vez. No lo se, nunca compré un kindle. El DOOKU es un ebook mucho más barato y ¡posee luz!, algo que si quieres en kindle, pues tienes que comprar el que tiene luz, que es mucho más caro que el que no la tiene, y así y todo sigue siendo mucho más caro que el DOOKU. Al no tener referencia, la comparación inmediata es con el funcionamiento del celular; entonces pareciera que hubiera venido fallado, por su lentitud. Sucede que tiene apenas 512 de RAM y un android del siglo pasado. Pero estoy muy conforme. Es muy práctico, ágil y lo que me ha salido de barato es mucho menos cuando pienso que lo he comprado con dinero que han regalado.


No es difícil adaptarse a la lectura electrónica. Por la practicidad justamente, pasar de página sólo deslizando o presionando apenas con un dedo de un lado o del otro en la pantalla (más botones que también trae) hace que te concentres fácilmente. Es muy liviano y casi como un libro de bolsillo, por lo que al sostenerlo te permite acomodarte como mejor desees y nunca te pesará o te molestará. Si bien el libro de La Bailarina lo lees rápido y a un ritmo galopante, aún me falta leer alguno que contenga la temática que a mí me gusta, que no tienen estructura novelada, lo cual requiere tal vez una atención mucho más intensa, por el contenido además. He realizado mi primer compra de un ebook por internet y ya lo tengo guardado en la memoria, para cuando termine otro que compré ayer, pero en la librería; porque esa costumbre de ir y elegir y pasarse un buen rato entre libros es imposible de perder.

martes, 7 de agosto de 2018

Sobre triunfos, resignaciones y futbolismos extraviados


La escisión social congénita que padecemos es un problema realmente serio (cada tanto). Si bien el antagonismo es condición casi ¿fundamental? para el ejercicio de la política, y con ella el de la democracia; el paisaje de la opinión pública es un vasto desierto de mezquindad teórica.La indignación selectiva, tan ponzoñosa, surca todos los estratos de la cotidianeidad soslayando la profundidad de los temas que nos atañen de manera tan virulenta. Ese paisaje de ideas, además, está intervenido por la constante metralla mediática, un conjunto de empresas de comercialización y entrega de la información diaria acorde a su propia agenda dictada, a su vez, por sus propios intereses económicos; y que buena parte de la sociedad asocia como el discurso real, único y verdadero. El periodismo como tal se nutre de la sustentabilidad que la confianza del público le da, pero el periodismo sufre también una crisis de escisión de la cual no se en qué punto es responsable. Hemos perdido la idea de equilibrio (que alguna vez creímos tener) y el poder se bate a duelo a través de todas las armas de las que dispone como tal: la prensa, las acciones judiciales, la "asociación ilícita" con las grandes empresas devotas del libre mercado y la dolarización del alma. 

La polarización sin los cuestionamientos hacia la raíz abisal produce ceguera crónica. Y el consecuente yugo del pensamiento. Y al parecer, estamos condenados tanto a la ceguera como al yugo; porque la cuestión es pasional como hereditaria y juegan un papel crucial a la hora de plantear una opinión frente a otra que es, obviamente, la contraria; el asunto (el problema) es ante todo, humano, prehistórico. Entonces pensar, y distinto, significa un error. El narcisismo intelectual en todos sus estadios es una introspección interminable, como una espiral de autoflagelo ideológico, una viaje al vacío de un todo radical, un verticalismo peligroso. Carecemos de libertad de opinión porque carecemos de profundización informativa, asumimos por otros las verdades que se nos dan como limosnas y como oro y así también las mentiras; es una tarea rigurosa y ostentosamente difícil poder dilucidar donde está el límite entre lo que se dice, lo que se quiere que se diga y lo que en honor a la objetividad y la transparencia ha sucedido, para poder decir luego, para formar una opinión al respecto. Porque el ciudadano común, el asalariado en su carácter de siempre dependiente, está innmerso en una ignorancia (y a veces lo ignora, o no le interesa) que es tal porque cree que no tiene ningún efecto en su cotidianeidad, que de hecho puede ser (y lo es) tan cierto, hasta que, claro, una situación inestable y ajena se vuelve palpable en el bolsillo y nos preguntamos que carajo está pasando. Y ¿qué carajo está pasando?. La respuesta suele aunar los sentimientos de bronca primero y hartazgo luego, para lograr un repudio generalizado, una homogeneización de la antipatía hacia las figuras políticas en sí, que a su vez sufren un mismo proceso de homogeneización al caer todos en la misma bolsa. Este proceso de homogeneizaciones es parte de un ciclo psicosomático que vuelve a reiniciarse con cada acto electoral, donde además de el ya citado narcisimo intelectual se asocia imprudentemente con la exaltación de la fe, esa fe que nos libera, nos redime y nos vuelve a reciclar para lo que sigue y la rueda del poder vuelve a girar, tal vez en sentido contrario, siempre dependiendo del lugar que se haya elegido.

¿Es la democracia en el sentido político-estructural un negocio cuyos réditos son implacables para quienes lo ostenten con la legitimidad de los votos?. Si estamos resignados a la administración fraudalenta y sistemática de la distribución de todos los ingresos de una nación y eso sólo representa un daño en tanto y en cuanto esos administradores fraudalentos sean los depositarios de nuestra simpatía y admiración, el antagonismo es no sólo el mayor triunfo de la estupidez, sino el de el poder.