lunes, 3 de septiembre de 2018

Sobre la Objetividad, la Lectura y la fuga de Nazis a la Argentina

Luego de ver Apocalipsis: La Segunda Guerra Mundial, el documental que muchos de ustedes seguramente conocerán, compuesto de una serie de varios capítulos que tienen la atractiva particularidad de estar coloreados digitalmente resurgió una vieja inquietud que consciente e inconscientemente había estado latente durante años: la relación del Peronismo con los criminales nazis en la posguerra. Un asunto que muchos argentinos hemos escuchado de una u otra manera en alguna conversación, en algún comentario en los medios, leído al pasar en alguna publicación; en fin, es sin dudas un hecho que cruza el imaginario colectivo desde siempre y que sirve oportunamente como elemento descalificatorio en la discusión antinómica política. La inquietud surgía y surge desde la condena casi obligatoria que todos humanamente hacemos pesar sobre el nazismo, y del por qué un movimiento que políticamente tuvo tanto que ver desde lo social como el Peronismo estaba enquistado con la horrorosa figura del nazismo.

En la intensa y constante búsqueda por, de alguna forma, erradicar el pensamiento binario, y abocado cada vez más también a la lectura, creo que es cuando menos osado juzgar a la ligera y de manera radical ciertos hechos de la historia con los ojos del presente. En el sentido de que las épocas cambian, la sociedad cambia, el pensamiento colectivo y las mareas de consciencia que rigen de forma estacionaria el modo en que la gente siente y se manifiesta sobre diferentes cuestiones que le atañen desde lo social, lo moral, lo cultural y lo político son fluctuantes históricamente. Y comprender con un alto grado de erudición cuales eran las corrientes de pensamiento que movilizaban a la sociedad y a los dirigentes que ocupaban los cargos desde donde fue posible generar cambios profundos en la gobernabilidad y la historia es una tarea hoy en el presente dificultosa e interminable. Las diferentes perspectivas que hemos desarrollado a través de todo el fin del siglo XX y principios del siglo XXI nos deberían obligar a procurar la mayor objetividad posible. En la búsqueda de esa objetividad es donde subyace la mayor dificultad. Por que de una u otra manera las situaciones nos trascienden, producen un efecto que emocionalmente se ve reflejado en nuestra manera de pensar; somos humanos en definitiva, no podemos escapar de lo que somos.

En ese plan es que, investigando, di con el libro de Uki Goñi, La Auténtica Odessa / Fuga Nazi a Argentina. A través de la comparación de algunas reseñas, más algunas entrevistas al escritor, me pareció que respondería a mi vieja inquietud de la manera en que yo lo necesitaba. Y así fue.


A medida que avanzaba en los capítulos, que llevan como título cada uno los nombres de los diferentes actores con sus respectivas relevancias dentro del entramado nacional e internacional de la fuga, pensaba que si hubiera novelado toda la información, el libro sería aún más atrapante. Pero no, Goñi ha realizado una investigación que le llevó años y lo llevó por diferentes países, a saber: Bélgica, Alemania, Francia, Argentina, Chile, Dinamarca, EEUU, Gran Bretaña, Italia y Suiza. Y toda la información que recavó a partir de documentos oficiales (los que le dejaron ver, porque cuenta que todavía hay quienes no permiten el acceso a archivos de esa época) y entrevistas personales está plasmado sin ningún tipo de sesgo político a lo largo de todo el libro. Se relatan los hechos con rigidez periodística, de manera tal que ante esos hechos sea uno mismo quien deba ahondar incluso en otras fuentes con contextos políticos, económicos y sociales más abarcativos para lograr tener una idea acaso de lo que pasaba en esos años, las motivaciones que llevaron al gobierno argentino de aquella época a permitirle a criminales nazis juzgados y condenados en ausencia no sólo a entrar al país de forma clandestina sino que hayan hecho esfuerzos para traer exclusivamente a algunos.

La figura del General Perón aparece contextuada incluso desde sus propias palabras en discursos, entrevistas y cartas; no es un libro antiperonista en lo más mínimo. Plantea sí algunas cuestiones para intentar comprender las ideas de aquel tiempo donde el fascismo y el anticomunismo parecían ser los modelos de conducta que habían logrado la mayor escisión sobre la sociedad. Otra vez, el antagonismo como forma de construcción política. De hecho, hay varias líneas donde se hace referencia a aquella famosa tercera posición que planteaba el peronismo, pero que coqueteaba también con la idea de la pronta llegada del IV Reich, por lo que Argentina sería como un país repositorio de capital ideológico y jerárquico en una eventual tercer guerra mundial, una Argentina enfrentada con todos sus contrastes contra el comunismo y el imperialismo yanqui. Es decir, el libro invita a la reflexión, a una indagación todavía más profunda, a no ceñirse sobre mitos o posturas blanquinegras.

El libro tiene un poco más de 500 páginas, pero cerca de 100 son dedicadas a una lista completa con los criminales y colaboracionistas que ingresaron al país y cuyo ingreso fue documentado (de manera falsa, pero documentado al fin); y todas las notas referentes a cada capítulo. Para quien desee conocer más sobre esta parte de la historia sin contaminar su lectura percibiendo algún tipo de personalismo ideológico, este es su libro.


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