lunes, 22 de junio de 2015

Retrospecvida (Final de la Lluvia)

En retrospectiva, la vida suele ser una compilación de momentos, una retrospecvida. Y dependiendo de cada momento, la compilación será en mayor o menor medida: sorpresiva. Por qué será que estas retrospectivas suelen suceder en los momentos menos pensados?, porque....no se piensa acaso en hacer una retrospecvida?. Y por qué no?. ¿La menor medida del momento es atizar inconscientemente la llama de la desesperanza cuando el semáforo se ha puesto en rojo en el momento justo (y sorpresivo, y por ende: menos pensado) de acercarse a esa esquina donde siempre pasas?. Siempre se dice en algunas canciones (que a veces suenan en el auto mientras el semáforo está en rojo) que es mejor no pensar. Alguien acaso sabe hacer eso?. Tampoco se piensa siempre en retrospectiva, yo a veces pienso en el momento mismo. Como cuando esos días de intensa lluvia, donde todo es gris oscuro, donde la luz es opaca y todo está sumergido en esas atmósferas otoñales que tanto adoramos estúpidamente casi. Y llueve tupido y estás haciendo cualquier cosa hasta que te das cuenta que deja de llover. Y el aire se inunda de tristeza, y uno se pregunta: ¿por qué carajos ha dejado de llover?. Si es tan lindo. Y los charcos se han quedado quietos y reflejan todo con esa tensa calma; y el aire es frío y ha caído un manto de silencio que todo lo envuelve, todo lo cabizbaja. Imagina que justo deja de llover cuando paras en el semáforo que se ha puesto en rojo sólo porque tú has llegado a la esquina, el semáforo en rojo te observa, te ha estado observando desde su onmipresencia lumínica oculto tras los segundos en verde, tras la pausa amarilla; el semáforo en rojo ha querido que te detengas y ha detenido la lluvia intensa. Y acaso piensas. No ya en la entidad roja, sino en el detenimiento, del auto, de la lluvia, del tiempo. Surge el momento. Recuerdas la quietud de los charcos, se antojan musicales ciertos recuerdos, pero es imposible ponerlos en palabra; tienden a desaparecer cuando lo intentas siquiera. ¿Por qué ha parado de llover?. Cuando llueve no importa el frío. Y un techo sigue goteando, y las gotas rebotan contra una superficie con la capacidad permanente y sonora de producir eco, ese eco repetitivo que pulsa la pausa del momento. Uno hace más que pensar, es autohipnotismo. Son 42 segundos el semáforo en rojo, mientras la gente no tiene rostro, pero la complicidad surgida de la circunstancia te hace observarlos, y ellos también te observan y se cruzan las miradas pero esas miradas están vacías, no dicen nada. El final de la lluvia es como una nada imprevista que desnuda los pensamientos, como pájaros vuelan llevados por la corriente del momento. Y un charco se ha puesto amarillo. Y ahora se pone en verde. Y el momento termina.


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