martes, 24 de abril de 2012

Titanic

Después de ver un partido de fútbol (Boca-Fluminense, por la Libertadores), puse el History Channel. Veo una promo de un documental acerca del Titanic, lo anuncian para un domingo a las 21hs, pienso: mmm, está bueno para verlo, espero acordarme, y si me acuerdo, espero tener tiempo para verlo, y si tengo tiempo, espero que mi hijo me deje verlo, o escucharlo, mejor dicho; porque tiene cierta manía de hablarte sin respirar sobre los más variados temas cuando uno se concentra demasiado en algo.

Pero luego anuncian otro documental sobre el mismo bote en cuestión, sólo que es sobre otra cuestión en particular, a éste lo anuncian para el lunes siguiente a las 21hs también; y ya lamento no poder verlo, me resulta demasiado. Al instante siguiente anuncian otro, y luego otro, y así hasta completar un compendio de seis documentales sobre el Titanic. Tal vez 10 años atrás, cuando tenía más tiempo para estar al pedo, hubiera estado prendido allí de estos documentales. Pero ahora, en estos tiempos tan vertiginosos, quién tiene el lujo de darse una panzada de documentales sin que nadie te interrumpa?. Tampoco es que sea un fanático del Titanic y tararee la canción de Celine Dion cuando Di Caprio sostiene a Kate Winslet en la proa del barco y a todos se les hace ese nudo en la garganta que vanamente intentan disimular, no. Pero siempre es interesante saber algo más, sobre cualquier cosa, básicamente.

Y me propongo para el día siguiente, ojear la revista con la grilla de canales y horarios para poder enganchar las repeticiones de los documentales, porque si algo sabemos quienes miramos los canales de documentales, es que estos consabidos estrenos que tanto anuncian, después los pasan durante todo el mes (y tal vez el mes siguiente también) a toda hora, mejor dicho, a cualquier hora.  Pero comprendo que por más que diagrame días y horas para estar de pronto sentado (o acostado, mejor) frente a la pantalla, no sirve de nada, porque en ese instante que comienza el programa, el azar de los azares juega su suerte y comienza a sonar el teléfono, por ejemplo. 

Nunca suena, pero cuando te sentás a ver algo que querés ver, suena. Y si es de un call center, los querés matar; y si es de algún banco intentando venderte un seguro que de seguro no necesitás, también los querés matar; porque encima –es un beneficio que le otorga el banco, Señor-, claro, le digo, pero es un beneficio que tengo que pagar. Y nunca quiero ser descortés, pero casi siempre terminan muy tensas esas llamadas. Y el Titanic, y la promo de los documentales. Que hay una que está bien hecha, un fuego artificial sube y estalla y una frase que dice que hace 100 años, un gran festejo (y luego la cámara baja con la estela de ese mismo fuego artificial que ahora por la magia de la televisión es una bengala de auxilio) que se convirtió en tragedia. Impecable, pienso.

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