sábado, 18 de julio de 2015

Notas acerca de la Fotografía XI - Tocar con la Mirada

Cómo es posible que tengamos la ¿impresión? de percibir sensorialmente texturas a través de la mirada?. Ciertamente es maravillosa la mirada y el ser humano (en general). 

¿Cómo se traduce la sensación de una textura que observamos en una fotografía?, mucho tendrá que ver la memoria personal y colectiva de la textura en particular que estemos observando, imagino. Pero, y qué pasa cuando vemos, por ejemplo, la fotografía de un ave a la que nunca hemos visto y posiblemente nunca veamos—y la composición y luz de la imagen nos da la sensación de la textura de sus alas?, lo haremos por una suerte de comparación?, nuestra mente (memoria) busca en la base de datos sensoriales un recuerdo (otra textura) con la que hayamos tenido contacto  y que de alguna forma se aproxime a lo que estamos viendo; y así a través de la mirada (de la fotografía), sentimos. Tal vez. Y a su vez, depende de cada textura en particular, y éstas, como posibilidades, son infinitas. Bastaría con detenerse a observar todas las superficies que nos rodean para descubrir que a través del tacto (ese sentido tan extenso!, el organismo cuenta con 4000 millones de receptores para percibir el dolor, 500 mil para sentir la presión, 150 mil para la percepción del frío y 16 mil para el calor, por ejemplo), damos también consciencia de la existencia de las cosas; y nos relacionamos con ellas.


La observación e interpretación de las texturas a través de una fotografía no depende pura y exclusivamente del observador (del ávido observador) sino también de la presentación de esa fotografía. Y si así seguimos, de la composición de esa fotografía. Cuando hablo de presentación, me refiero a la posterior edición de la imagen. Cuando la textura es el sujeto de la composición, debemos tratarla como tal, destacándola y extremando el cuidado de no sobrepasar el límite que ella misma supone, que es cuando ya no se destaca la textura hacia la interpretación sensorial, sino hacia la pericia de la edición de la misma. De la misma manera, cuidar la exposición a la hora de componer y hacer la fotografía. Un exceso de luz sobre cualquier tipo de superficie tiende a sobrepasar el límite del que hablo ya desde entrada, nomás. De la sobrexposición no se vuelve.

Y como la textura conecta directamente con la percepción sensorial a través de la mirada, toda textura es interesante fotográficamente, sólo depende de la creatividad e imaginación de quien construya a través de las mismas. Alguien ve una superficie congelada y recordará el frío de la infancia. Alguien ve la arena del mar y rememora veranos inolvidables. Alguien ve una llanura con cual sea el tipo de vegetación que la componga y sentirá deseos de salir de su casa. Es un juego tácito, donde los participantes no se ven ni se conocen y posiblemente nunca jamás lo harán; pero la fotografía puede despertar sentimientos, sensaciones en el otro que por un momento, o dos, o durante mucho tiempo; le genere algún tipo de acción (interna o externa) que modifique de alguna forma su estado de ánimo.

Y esa conexión, es mágica. Aunque las brujas no existan. Más allá de ser un ejercicio sumamente solitario la fotografía, es también la posibilidad de conectar a través de la mirada de otro, sin medir el impacto,y tras esto: sin descubrir los egos. El lenguaje de la imagen es tácito y reservado, pero sucede; y cuando sucede......


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