domingo, 17 de mayo de 2015

Notas acerca de la Fotografía VII - Más allá de la Experiencia

El sentimiento de la fotografía cambia. O el sentimiento hacia la fotografía. Es un amor incondicional pero a la vez tormentoso. Tormentoso no en el oscuro sentido de la palabra, sino por la imprevisibilidad que rige a su condición. Todo siempre al final se arremolina hacia el proceso creativo, el verdadero momento decisivo, el momento donde el ciclo sensorial de la fotografía se cierra. Para luego comenzar todo otra vez. Existe allí la necesidad de una búsqueda por recorrer ese ciclo, de acabarlo, y de volverlo a recorrer, para acabarlo nuevamente, y así. Es el proceso creativo la droga más adictiva para un artista. La exposición de una fotografía es una consecuencia insconsecuente, y casi tanto o más inexplicable que el placer neurálgico de producirla. La exposición es otro tipo de falopa.

He dado cuenta desde hace un breve período de tiempo, de que la fotografía es un medio mucho más importante que ese que se utiliza para canalizar toda ese amasijo de recuerdos, emociones, sensaciones a través de una singular mirada. El deseo de fotografiar es un motor al que le urge el movimiento. 

Teniendo el privilegio de vivir en una geografía donde —la estepa por un lado; y los bosques, lagos, ríos y las montañas por el otro— rodean el minúsculo enclave humano donde vivimos y nos reproducimos a pasos muy rápidos; la fotografía, el sentimiento hacia la fotografía, me empuja a buscar esa naturaleza. Mi proceso creativo encuentra su cénit en lo profundo de la soledad en la que te envuelve la naturaleza. Y cuando me encuentro en ese punto álgido de la gestación de la imagen, encuentro un sentimiento que tal vez no tiene que ver con ningún apéndice fotográfico. Es el placer sublime de sentir. Alegría, tristeza, júbilo, ánimo, arrepentimiento, redención: todo depende de usted. De encontrarse solo en la punta de un risco y contemplar el paisaje en el más absoluto silencio. De sentir que el tiempo se detiene y que la vida es eso mismo que se está sintiendo en ese preciso instante. De sentir los muslos ardientes por la trepada, y los pies cansados de tanto andar. El viento frío que te aplaude la cara o el sol tibio que te acaricia. De ver más allá en la distancia, y pensar: —qué sendero habrá que tomar para ir más allá, para llegar hasta allá?. 



Entonces mientras uno piensa esto, sostiene la cámara en la mano, y ya las fotos han sido hechas; aquellas que atestiguan de alguna manera el momento; han pasado a un plano alternativo; que sigue siendo trascendental, pero que no lo es todo. Lo importante es sentirse vivo mientras uno hace lo que le place, y no hacerlo para sentirse vivo después, cuando eso que le place, es exhibido de alguna forma.

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