domingo, 24 de mayo de 2015

El día en que jugamos un fulbo con el Pity

Teníamos por aquellos años una banda de rock que no sonaba tan mal, éramos bastante conocidos en la ciudad, aunque nos iban a ver los amigos y algunas cuantas personas más, ya saben, nadie es profeta en su tierra. En esta oportunidad, la banda Intoxicados venía a la ciudad, una banda de Buenos Aires con una buena convocatoria por aquellas épocas. Quien nos contactó, la misma persona que los traía, de movida: le pintaba el místico cada vez que nos hablaba. —que no digan nada, que es secreto, que si hablan capaz que se pincha, etc. Chamuyo, se las daba de empresario rockero y le quedaba mal. A nosotros sólo nos importaba tocar, y era una buena oportunidad para tocar en un lugar grande, para otro público; y nada más.

Tocamos como a las 20:00hs, ya había entrado bastante gente, estaban todas las luces prendidas, y casi ni nos escuchábamos; pero bueno, así son estas cosas de tocar para las bandas de afuera. Lo rescatable de la experiencia vino después.

Estábamos en los camarines después de tocar cuando apareció el guitarrista de la banda y nos saludó muy buena onda. Teníamos algo para beber y él peló un fasito para fumar entre todos; allí nos colgamos conversando un buen rato, buen tipo, Felipe su nombre. Bah, un pibe era, tenía 20 y pico. Al rato cae el bajista. Ya, otra onda, desde la pilcha...y andaba con la novia. Pero también colgó a fumar un poco y la charla prosiguió animadamente. No recuerdo su nombre, a él le preguntamos por el Pity, ya era como muy tarde cuando llegó y lo hizo como si nada. Afuera ya estaba hasta las manos de gente, se los escuchaba cantar, un re buen ambiente.

No tenía ni idea dónde estaba el Pity. Creo que nadie lo sabía. Risas. Es el rock, viste. O el faso que nos había pegado. Mientras esto, escuchamos gritos cerca, un pequeño revuelo: llegó la estrella dijo el bajista con la autoridad que le brindaba su amistad con el tipo. Más risas. Cayó con un abrigo de piel (color violeta creo que era) y pasó derecho para una habitación con el resto de su comitiva. Después ya nos despedimos —hasta después del show, quédense a tomar algo y al cabo de unos minutos salieron a tocar, y nosotros salimos a ver su show.

Cerca del final, volví al sector de camarines. Estaba el tipo este que se las daba de empresario. Le dije que quería ver el resto del show desde el costado del escenario, se hizo un poco el difícil, pero después aflojó. En el último tema, me corre espantado porque la banda iba a bajar.....un boludo importante. Me alejo un poco, me quedo cerca. Ví una escena un tanto bizarra. Que me llenó de tristeza también. Debajo del escenario, el Pity (y el batero) fumaba(n) paco y preguntaba si daba para tocar una más, casi que pedía por favor; cuando la gente afuera estaba al palo. Desorbitado, pero aún así lúcido. Un personaje extraño, muy singular el Pity....(hizo una versión de Creep de Radiohead muy intimista....él solo con la guitarra, genial).

Una vez finalizado todo el show, nosotros seguíamos dando vuelta por la zona de camarines, un pasillo largo y al final un lugar abierto. Allí estaba Intoxicados y todo el grupo de personas que viajaban con ellos. El boludo importante nos decía que nos teníamos que ir, que la banda no quería a nadie allí. Hablaba nervioso y prepotente. Nosotros no nos íbamos a ir. Y no nos fuimos. Hasta nos servimos unas cervezas y conversamos con los plomos, estábamos compartiendo, loco, tan difícil era entenderlo?!, a nadie le importaba nuestra presencia. Cada tanto venía y nos decía que nos tomáramos una más y que nos fuéramos. Como collar de sandías el chabón.

Minutos después llega el Pity. Parecía que se iba a correr el Tour de France. Nos presentaron y conversamos un rato con él. Pero luego, como había unos arcos, se le ocurrió que debíamos hacer un partido de fútbol; entre todos. Éramos como 40. Poco le importó, pidió una pelota y le consiguieron una de básquet, era la única. Mientras sucedía eso, y por enésima vez nos pedían que nos fuéramos, es el mismo Pity quien se mete y pregunta que pasa —es la banda soporte le dice. —Acá no hay banda soporte loco, dice, somos todos iguales. —Y es más, dice, él  y él juegan conmigo, señalando a mi compañero de banda y a mí. No hicimos más que mirarlo nomás al chabón que nos hizo la onda para tocar, pero toda la mala onda después para que nos tomásemos el palo, como diciéndole: qué pelotudo que sos.

Y arrancó el partido de fútbol más bizarro que hayamos jugado alguna vez. Todo el mundo medio pasado ya, un poco de drogas y otro poco de alcohol. Los que estaban en los arcos nunca soltaron el vaso por ejemplo. El Pity estaba enloquecido, las corría a todas, hacía goles...en un momento cabeceó una que casi se mata (recuerden que era una de básquet, imaginen cabecear una como si estuvieran en un corner en la final el mundo). Nos divertimos mucho esa noche. Jugamos un rato más y después ya nos fuimos. Claro que nos acercamos a quien nos rompió las pelotas para irnos, le dimos las gracias por todo, y nos fuimos a un bar, a festejar.

Pero claro, antes nos hicimos una foto con el Pity, para inmortalizar el momento:


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