viernes, 2 de junio de 2017

Él, Daniel Blake

Uno siente por Daniel Blake una empatía casi inmediata. Ni siquiera se lo ve en pantalla, sólo se lo escucha de fondo (con el fondo negro) responder algunas preguntas, y ya la intuición se manifiesta como una premonición. Una de las buenas.

Su empatía anida en los lugares comunes, allí donde todos quienes hemos estado a merced de la burocracia laberíntica de los sistemas de salud sabemos lo que se padece, más allá de la enfermedad misma. La personificación de los dos principales protagonistas es simple, sencilla y por ello, magnífica. Un trabajo actoral exquisito. El decorado social que se transluce a lo largo de toda la película se podría decir, es casi imperceptible; pero allí está, hay escenas que dejan echar un vistazo a cada uno de los problemas que (nos) acontecen cuando en determinadas situaciones de nuestras vidas, el Estado dice o debería decir: presente. No es necesario saber de economía política ni de la situación histórica en la economía política del país donde transcurre esta historia, en la ciudad de Londres, más precisamente.

Daniel es un personaje entrañable ya a los 15 minutos de transcurrido el film. Katie es el nervio más sensible tal vez, junto con sus dos hijos. La cotidianidad a lo largo de toda la película logra un ambiente de comodidad visual que transmite muchísimo. La historia está contada con una cadencia hermosa y la edición es genial.

Sólo tengo elogios para I, Daniel Blake, y no quiero más que decirles que si llegan a encontrarse con la oportunidad de verla, no se la pierdan.



"No soy un cliente o un usuario de servicios.
No soy un haragán, un parásito,
un mendigo, o un ladrón.
No soy un número de la Seguridad Social,
o un punto luminoso en una pantalla.
Pago mis deudas, nunca un penique menos,
y estoy orgulloso de proceder así.
No me siento inferior a nadie, sino que miro
a mi vecino a los ojos y lo ayudo si puedo.
No acepto ni busco la caridad.
Mi nombre es Daniel Blake.
Soy un hombre...
...no un perro.
Como hombre que soy,
exijo mis derechos.
Exijo que se me trate con respeto.
Yo, Daniel Blake, soy un ciudadano...
...nada más y nada menos.
Gracias."

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