miércoles, 2 de septiembre de 2015

Gracias, internet

Un ex cuñado que trabaja en la instalación de cañería y artefactos de gas y agua para grandes edificios. Un primo que vive a dos cuadras que trabaja de lo mismo, pero en casas de familia. Un suegro que trabaja en una empresa donde construyen satélites. Un hermano que desarrolla tareas de mantenimiento de hidráulica, que se da maña para todo. Yo, que me considero un inútil (casi) total; y una canilla de monocomando que gotea.

Les pregunté uno por uno, como tantas otras veces me han: o sacado de un apuro con algún interrogante o directamente, ayudado con toda su amable disposición; si sabían cómo repararla, y ninguno había alguna vez tenido el problema que se me presentaba a mí en ese momento. Por cuestiones de trabajo, de falta de disponibilidad de tiempo, sumado claro, al desconocimiento de la solución del asunto; yo tampoco pude intentar siquiera dilucidar cómo resolver mi problema. Siempre de aquí para allá y la gotera que dentro de todo, no molestaba demasiado tampoco. Sabíao al menos siempre tengo la impresión de que una situación así me iba a llevar tiempo, por la falta de fe sobre todo, pero también por la ignorancia en el tema. Y podría agregar, por el recelo, ya que además de la inutilidad, también poseo la facultad de romper cosas cuando las intento arreglar.

Mientras todo esto, un poco angustiado de antemano, y viendo que la canilla de monocomando no parecía tener piezas de desajustes visibles para su mantenimiento, temiendo la posibilidad de tener que comprar otro (suelo llegar a esos límites), en medio de todo, se me ocurre sentarme en la computadora. Primero investigo qué modelo de canilla de monocomando es el que poseo. Luego busco un detalle de la pieza, un diagrama de despiece, en realidad; pero no me deja conforme. Y esbozo algún que otro epíteto mientras me rasco la cabeza sin que me pique. Vuelvo a mirar la canilla, la miro con la intención de que mágicamente llegue la solución a mi cabeza, que de pronto me pica en serio y me vuelvo a rascar. Y a soltar otro epíteto. Pero nada.

Hasta que me acuerdo de YouTube. Y pongo en el buscador "mantenimiento de monocomando". El primer video me clarifica un poco las cosas, resulta que el indicador rojiazul de caliente/fría se sale, es como un tapón. El segundo video reconstruye todo el proceso de la reparación de un gotera de monocomando. Lo miro dos veces, por las dudas (el tipo adjunta un comentario en el video donde aduce que la razón de realizar el mismo, es porque tampoco encontraba mucha información al respecto). Entonces de pronto me siento aliviado, si bien ahora debo poner manos a la obra, con el peligro que ello representa. Solventada la dificultad de que no tenía la herramienta necesaria para realizar el trabajo primero, y la escapada hasta la tienda de respuestos donde doy cuenta de que no me sale para nada barato (aunque podría haberme salido muchísimo más si hubiera tenido que comprar una canilla nueva) después; y con el pecho inflado por otro logro conseguido como hombre de la casa, me puse a pensar (volviendo al verdadero yo) en cómo internet nos cambió la vida; no sólo a los tipos que resultan un tanto inútiles, sino a todos, y en tantos sentidos, che, quelosparió.


0 comentarios :