jueves, 5 de noviembre de 2015

Leer el Mundo - Michèle Petit

Casi nunca se lo que quiero o voy a leer cuando entro a la librería cada vez que la frecuento. Suelo leer dos libros por mes, a veces uno solo, siempre depende del tiempo, de la ocupabilidad de ese tiempo. Sucede que para el tiempo en el que estoy o voy a estar en la librería me gusta gozar de una cierta disponibilidad, es un acto muy emparentado con lo ritual; y saber que tengo tal vez unas dos horas para sumergirme en esa atmósfera impregnada de......libros, de murmullo, de silencio, de música (siempre clásica, siempre ambiental) a un volumen ínfimo, lejano, fantasmal, hace que el momento sea especial. Hay una librería en particular que tiene dos niveles para sumergirse. El señor del nivel dos me saluda amablemente cada vez que voy, ya me conoce —el señor es de la casa....ha sabido decirle a otros clientes. Ya no me pregunta si "necesito algo", o si "me puede ayudar en algo"; sólo nos saludamos como viejos conocidos. Ese trato tan cómplice y cordial hace que la ceremonia de comenzar a bucear por entre los lomos, los títulos de las obras, sea una tarea de un regocijo inexplicable; de una tranquilidad que pocas veces disfruto tan plenamente. Y el hecho de no saber que quiero o voy a leer, hace que la experiencia sea aún más satisfactoria. Recorro todo el nivel, varias veces: poesía, actualidad, historia universal y argentina, novelas, deportes, clásicos, todo. Buscando que algún título o tema llame mi atención, es más la búsqueda de una atracción. Me gusta sentir esas mariposas en la panza que hacen que quieras tomar el libro, hojearlo, leerlo. A veces leo algo del prólogo, a veces una hoja cualquiera, a veces la breve reseña de la contratapa, los datos del autor en la solapa si la tienen, o el comienzo mismo del libro. Hasta algunas veces, lo huelo; es una costumbre que nunca he dejado de hacer de hecho, ese aroma en particular funciona como un estimulante espiritual. Bajo la sección de poesía, dí con un libro que me llamaba silenciosamente, de tapa amarillenta, su título rezaba: Leer el Mundo, Experiencias Actuales de  Transmisión Cultural, escrito por Michèle Petit, una autora que desconocía totalmente; bastaron las primera tres líneas del prólogo para que me lo lleve sin dudar:

ESTE LIBRO es un alegato para que la literatura, oral y escrita, y el arto bajo todas sus formas tengan lugar en la vida de todos los días, en particular en la de los niños y los adolescentes.


 Y yo, que muchas veces me siento un bicho raro, o me consideran en realidad un bicho raro por (todavía) leer; me interesó muchísimo el tema. Trato cada tanto de arrimar a mi hijo, no se si a la lectura propiamente dicha, sino al contacto con el libro; el libro como objeto de curiosidad; y como es pequeño, sumarle a su historia personal, traducida después a través de su memoria: el libro. Suelo llevarlo a las librerías, mientras más crece, menos parece interesarle; pero lo llevo igual, le pido que me acompañe. Y es que algunas noches, pide que le lea algun cuento.

Leer el Mundo es un libro....hermoso, se me ocurren más adjetivos casi poéticos, de tono dulzón; pero los evitaré. Textos para padres, para maestr@s, para todo aquél que le interesa la lectura, y considere que aún hoy y siempre, es importante. De este libro (y de todos los que voy leyendo) voy marcando ciertas frases que me gustaría siempre recordar; y voy coleccionando esas frases en un blog de tumblr. De ese blog, de este libro, más que seguir hablando del mismo, les comparto algunas de las frases que me han gustado; y que ojalá sirvan para estimular su lectura del mismo:









Lean, loco, lean, es un golazo.

0 comentarios :